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28/11/10

TRES TEMORES EN EL EVANGELISMO




Leí en cierta parte la estadística de que la mayoría de los cristianos mueren sin haber compartido su testimonio personal con ni siquiera una sola persona. No estoy seguro de qué tan preciso sea el dato, quizás el número es más, quizás es menos, lo cierto es que refleja una realidad, y es que los discípulos de Cristo en este tiempo hemos dejado de ser agentes activos de su causa para asumir un rol reflexivo: nuestra principal preocupación no está en el alcance, sino en el crecimiento; un gran malentendido en cuanto a la madurez espiritual. No quiero quedarme solamente en la descripción del problema, por lo que con cada una de los tres temores al momento de compartir nuestro testimonio que compartiré, ofrezco también un intento de solución.

Hasta hace poco tiempo también yo me escondía para no asumir un papel más agresivo en la proclamación del evangelio, utilizaba la excusa del ejemplo, que a grandes rasgos es la siguiente: yo no ando exprimiéndole a las personas mi fe en los ojos como un limón, como el del megáfono, que se para en la cabeza del puente a predicar, o la señora violenta que distribuye tratados en el autobús mirando mal a los pasajeros. Yo vivo delante de ellos dando ejemplo con mi vida y espero que ellos, cuando Dios los toque, me pregunten. La realidad es que mi vida ni es tan buena como para dar ejemplo ni fueron muchas las personas que vinieron a mí en busca de Cristo últimamente. Y por otro lado, si la razón es el megáfono o el tratado, hay formas más prudentes y respetuosas de compartir nuestro testimonio con los no creyentes. Por ejemplo: invitándolos a la iglesia o compartiendo con ellos, en el momento apropiado, la forma en que llegamos a Cristo, que es nuestro testimonio personal.

He encontrado tres razones principales por las cuales la estadística que mencioné se hace real en nuestras iglesias, les llamo los tres temores: temor al rechazo, temor al fracaso y temor al compromiso.

Razón #1:

Temor al rechazo. Uno de los bienes más preciados de una persona es su reputación. El proyecto de vida del hombre natural es construirla: llegar a ser admirado, llegar a ser respetado, llegar a ser estimado, llegar a ser incluido. Como valoramos tanto lo que hemos logrado llegar a ser, no queremos ponerlo en riesgo. Por eso, evitamos exponernos al rechazo de la gente compartiendo nuestro testimonio.

Solución: Estima tu reputación por pérdida. Lo que le permitió a Pablo compartir su testimonio personal con tantas personas, en tantos entornos y contextos distintos, es que después de conocer a Cristo tuvo en poco todo lo que antes había construido. Su linaje, su trayectoria y su prestigio, ante el incomparable valor del conocimiento de Cristo, los consideraba estiércol. Para Pablo, después de conocer a Cristo, su reputación y todo aquello que los incrédulos pudieran pensar sobre él, llegó a ser nada. Eso era para Pablo su reputación. Quizás por eso predicaba con tanto denuedo.

Razón #2

Temor a fracasar. Luego del temor a ser rechazados, el siguiente temor más común que encuentro en mis hermanos cuanto tienen que compartir su testimonio con los incrédulos es el temor a fracasar en el intento. Ya que nos han vendido el evangelismo como un pleito o una guerra en la cual el objetivo es ganar a toda costa, aunque sea manipulando o utilizando la fuerza, si el enemigo de turno no se convierte —haciendo la oración del pecador— entonces nos sentimos fracasados y frustrados.

Solución: piénsate como un testigo y actúa como tal. En un juzgado está el abogado, cuya función es acusar o defender a la persona en cuestión. Pero para lograr su objetivo, el abogado se auxilia de testigos que presenta en el estrado con un sólo objetivo: que expresar aquello que vieron, oyeron o vivieron. Un testigo no tiene que elaborar complicados argumentos o estrategias para ganar el caso, pues esa es precisamente la función del abogado, su única aportación es decir públicamente su testimonio. Así como algunos casos que no se resuelven en un día, y para otros se requiere más de un testigo, no debemos sentirnos fracasados cuando nuestros amigos tengan en poco nuestro testimonio o no sean convencidos de pecado, pues esa no es nuestra responsabilidad, sino la del Espíritu Santo. Nuestra labor no es ganar el caso, sino sólo aportar nuestro testimonio. La única manera en que un testigo fracasa es quedándose callado.

Razón #3

Temor al compromiso. Ya venciste el temor al rechazo al estimar por pérdida —usen aquí el término que les recomendé arriba— lo que para ti era ganancia, luego venciste el temor al fracaso comprendiendo que tu labor no es ganar el caso, sino sólo proclamar públicamente lo que viste, oíste o viviste; ahora, el último paso es madurar, dejar de pensar en ti y aceptar el compromiso de atender a otros. Esta es una de las razones más poderosas para no invitar un amigo a la iglesia: si el amigo es alcanzado por Dios y añadido a su familia, habremos parido un hijo espiritual: requerirá nuestras atenciones, nos hará muchas preguntas y nos tendrá a nosotros como su principal ejemplo.

Solución: Quiero concatenar este punto, a modo de conclusión, con la introducción de arriba, el malentendido sobre la madurez que mencioné. Madurar no es haber vivido mucho ni haber alcanzado mucho conocimiento, sino llegar a tener responsabilidad por otros. Un hombre maduro es aquel que cuando camina lo hacen con cuidado, pues sus hijos siguen sus pasos, aquel que al comer se quita el pan de la boca para alimentar a los suyos, aquel que cambia su ruta y su agenda acostumbrada para dejar y recoger a sus pequeños en el colegio.Un Cristiano maduro es aquel que está en condiciones de reproducirse, que comparte su testimonio con sus amigos, sus vecinos, sus compañeros de trabajo y sus familiares pues no tiene temor alguno a que ellos sigan su ejemplo, busquen en él alimentos o los recoja en sus casas para llevarlos a la iglesia. Me entristece pensar que puede ser verdad, pero quizás una de las razones por las que los cristianos no invitan más sus amigos a la iglesia es porque no quieren transportarlos.

21/11/10

PORQUE EL EVANGELISMO A LOS NIÑOS ES IMPORTANTE

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A mayor edad de la persona, mayor es su resistencia al evangelio, y resulta más difícil alcanzarlos para Cristo. El rechazo continuo hace que el corazón se endurezca más (Hebreos 4:7; 2 Corintios 6:1–2). Por lo tanto la niñez y la juventud son los mejores años para la salvación, y en consecuencia los campos más fructíferos de evangelización.


Carlos H. Spurgeon, el predicador inglés más grande ganador de almas del siglo pasado, cuando apenas tenía cuatro años se sentaba en el escritorio de su abuelo y leía profundos libros de teología bíblica.

Su abuelo amaba al Señor Jesús y cuidaba a su nieto, quien absorbía toda la sabiduría del anciano. Carlos recibió a Jesús como Salvador cuando tenía catorce años; a los dieciséis ya predicaba el evangelio.¡Era un adolescente! En realidad, casi un niño todavía. A los diecinueve años pastoreaba una iglesia en Londres, y a los veintidós, su congregación llegaba a 5.000 cada domingo. Todo comenzó en su niñez.

Dwight L. Moody, el más grande evangelista norteamericano del siglo XIX, dijo; “Ganar a un adulto para Cristo es ganar tan sólo media vida; ganar a un niño es salvar una vida entera”. Moody demostró que él creía en ese axioma pues semana tras semana, poco después de haber recibido a Cristo como Salvador, atraía a 3.000 niños de un barrio pobre de Chicago para enseñarles acerca del Buen Pastor. Moody amaba a la niñez y buscó ganar a los niños para Jesús. Creo que por eso Moody también amó a los adultos y supo evangelizarlos.

Los adultos, e incluso los adolescentes de hoy, por lo general están muy cerrados al evangelio. Los niños, y sobre todo los más pequeños, son muy distintos. Son abiertos y demuestran interés así que no deberíamos sorprendernos cuando sucede algo así. La porción de la comunidad más receptiva al evangelio son los niños. Muchos de ellos desean venir, desean escuchar las buenas nuevas, y con frecuencia entre ellos hay quienes verdaderamente desean confiar en el Señor Jesucristo.

En Marcos 10:15 el Señor Jesús dice: «Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él».

En Mateo 18:3 el Señor Jesús dice: «Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos».

Antes que un adulto pueda ser salvo, debe volverse como un niño. Debe ser sencillo, humilde, confiado y dependiente. No se requiere que el niño se torne como un adulto; más bien el adulto tiene que volverse como un niño. Para el adulto esto es difícil. Para el niño no lo es. Él ya es un niño. Es por naturaleza sencillo, humilde, confiado y dependiente. Aunque esté tan espiritualmente muerto como un adulto, seguramente está un paso más cerca del reino que este. Además, como es menor, ha vivido menos años en el pecado, y su corazón está más abierto y tierno. Dios puede usar todas estas cualidades naturales para guiar al niño hacia un conocimiento que le dé salvación en Jesucristo sin que tenga que pasar por las experiencias a veces traumáticas de un adulto que tiene que «volverse como niño».

Muchos de los que trabajan con niños, y también los que trabajan con adultos, han comprobado la relativa apertura de los menores a la enseñanza del evangelio. Pareciera que el adulto de hoy, e incluso el adolescente de hoy, se torna cada vez más duro, y más resistente al evangelio y las demandas de Cristo.Lamentablemente no todos los evangélicos aprecian la apertura de los niños y las maravillosas recompensas por alcanzarlos con el evangelio mientras son aún niños.

Ahora es el momento de alcanzarlos y enseñarles, cuando aún están receptivos y dispuestos a escuchar. Ahora es el momento de alcanzar a la generación venidera, antes que se torne tan desobediente y pecaminosa como la actual. Sin embargo, debemos reconocer que los niños no sólo están abiertos al evangelio. Su misma naturaleza implica que están abiertos a todo lo que les pueda influenciar y afectar. Están abiertos a todo mensaje y a todo pecado.

Los padres cristianos que tienen sus hijos aún niños o adolescentes deben preocuparse por ganarlos para Cristo, porque si no tienen el cuidado que se debe, corren el peligro que crezcan en el error, sólo por no instruirlos a tiempo y como es debido de acuerdo a los principios bíblicos y mayor daño están haciendo a sus hijos aquellos padres que estan condenándoles al mismo infierno sólo por que ellos se niegan a buscar a Dios y por lo tanto no pueden ni saben instruir a sus hijos en el buen camino.

Padre, madre, hermano (a) en Cristo: ¿Estaría usted dispuesto (a) a evangelizar a los niños instruyendolos  en el buen camino, a fin de que cuando sean grandes no se aparten de él? ¿o pasar por alto el mandato de Cristo y dejarlos a merced de Satanás, para que distorsione y enajene su mente con ideas erróneas y contaminantes que solo le destruirán?

La decisión es suya... ganar a los niños o a sus hijos para Cristo o entregarlos a Satanás para el infierno.

14/11/10

EL HIJO PRÓDIGO

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No hay frases o términos para describir la persona del Señor Jesucristo:

Dios le dio un nombre que es sobre todo nombre para que toda rodilla se doble delante de él.

Aun desde niño atrajo multitudes de gente, que se maravillaba y se sorprendía ante la sabiduría que mostraba.

Y no dejemos de mencionar que aun cuando murió, la persona de Jesucristo atrajo multitudes de toda lengua y nación, y de todas las edades.

Los fariseos se sorprendían y admiraban de su doctrina, pero murmuraban acerca de sus acciones y del amor que mostraba hacia los perdidos.

Es por ello que hasta ahora, para mucha gente resulta inexplicable e incomprensible por la grandeza de su amor y misericordia y al igual que los fariseos y escribas también se murmuran de los cristianos y del mismo Cristo y Dios.

En base a estas murmuraciones Cristo les narró estas tres parábolas:

1.- La parábola de la oveja perdida: Lucas 15:4-7:

"¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va á la que se perdió, hasta que la halle? Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso; Y viniendo á casa, junta á los amigos y á los vecinos, diciéndoles: Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido. Os digo, que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento."

Esta parábola habla de la torpeza del hombre para comprender las cosas y la realidad de las cosas. La mente del hombre es finita y por eso no alcanza a entender y discernir la grandeza de Dios y su acción redentora. Los fariseos pensaban que por su condición santa Cristo solo debía acercarse a ellos y compartir solo con ellos. Aprendemos también de lo torpe que es la gente para ir en busca del Pastor de las ovejas. El pastor tuvo que venir en la Persona de Jesucristo, a buscarlas. El mundo prefiere adoptar y adaptarse a los modismos que surgen sin detenerse a reflexionar si lo que hacen va de acuerdo a Dios, aunque mencionan conocerle. Se dicen hijos de Dios solo porque siguen una religión adoptada e implantada por hombres, porque se menciona a Dios, y porque a través de esa religiosidad viven la vida que satisface su carnalidad, y les es agradable a sus pasiones y deseos.

2.- La parábola de la moneda perdida: Lucas 15:8-10:

"¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere una dracma, no enciende el candil, y barre la casa, y busca con diligencia hasta hallarla? Y cuando la hubiere hallado, junta las amigas y las vecinas, diciendo: Dadme el parabién, porque he hallado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente."

Esta parábola explica la condición inconsciente del pecador acerca de su condición perdida y expuesta al infierno lejos de Cristo. Una moneda es solo un objeto que por su naturaleza, obviamente no puede saber si está perdida o no, pero sus dueños si lo saben) y cuando esto sucede y la pierden, se dan a la tarea de buscarla hasta encontrarla.

El hombre sin Cristo, es incapaz de comprender su condición de pecador, es incapaz de entender que tiene la misma condición de la moneda que se ha perdido, y por tanta confusión de que es objeto por causa de las muchas mentiras que se divulgan o propagan con respecto a la salvación; piensa que a través de diferentes prácticas religiosas puede llegar a ser salvo. Sin alcanzar a entender por sí mismo que el único camino, la única verdad y la única vida es Jesucristo.

3.- La parábola del hijo pródigo: Lucas 15:11-24:

"Y dijo: Un hombre tenía dos hijos; Y el menor de ellos dijo á su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me pertenece: y les repartió la hacienda. Y no muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos á una provincia apartada; y allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una grande hambre en aquella provincia, y comenzóle á faltar. Y fué y se llegó á uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió á su hacienda para que apacentase los puercos. Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que comían los puercos; mas nadie se las daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!Me levantaré, é iré á mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como á uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino á su padre. Y como aun estuviese lejos, viólo su padre, y fué movido á misericordia, y corrió, y echóse sobre su cuello, y besóle. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Mas el padre dijo á sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies. Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta: Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado. Y comenzaron á regocijarse."

Esta parábola nos habla del inmenso amor de Dios que recibe, del enorme amor de Dios por la humanidad, por esa creación que él hizo con el único propósito que le diera la honra y la gloria que solo él merece. Y dada la caída del hombre a través de Adán y Eva, Dios por medio de Jesucristo, dejando su gloria se humilló hasta la muerte y muerte de cruz, por amor a nosotros.

De esta manera, Dios recibe al pecador no importa cuán crítica sea su condición, o qué tan pecaminosa sea o haya sido su vida, Dios muestra su amor de tal manera, que todo aquel que le invoca de manera sincera y arrepentida obtiene su salvación de forma instantánea.

Podemos entender entonces, porque fue necesario que Cristo refiriera estas parábolas, para que los escribas, y ahora el mundo, inclusive nosotros los cristianos; podamos entender el gran amor de Dios.

Lo que representa el hijo pródigo:

Representa al hombre que teniéndolo todo, que teniendo la oportunidad de tenerlo todo; un día toma una mala decisión. Elige irse lejos de su padre, vivir una vida desenfrenada y malgastarla juntamente con todos sus bienes y en toda clase de malas compañías. Y sin duda alguna con la firme idea de no regresar jamás a casa, porque exigió su parte de la herencia. Cambió la protección segura de un padre benigno, para ir a caer bajo el yugo de un ser despiadado y cruel. Porque mientras que en casa, al lado de su padre, solo podía encontrar amor y bienestar; a merced del enemigo, solo iba a encontrar ruina, destrucción y muerte, porque Cristo vino para dar vida, y vida en abundancia, mientras que Satanás ha venido para hurtar, matar y destruir, y el hombre sin Dios, cada vez más se hunde en el dolor y la miseria conforme avanza en sus pasos, alejándose de él.

Cuántas personas hoy en día les encontramos sufriendo y lamentando las consecuencias de aquella mala decisión que un día tomaron, y aun así, siguen rebelándose en contra de Dios sin querer humillarse y buscarle.

El razonamiento: 

Hasta que el hijo pródigo, “volviendo en sí”, reflexionando, recapacitando sobre su mal proceder, en su mente floreció la cordura, y pensando en toda aquella abundancia y bienestar que tenía al lado de su padre, en donde comparaba su situación al lado de aquellos jornaleros al servicio de su padre que tenían la mejor comida, cuando él ni siquiera podía comer del alimento para los cerdos.

El arrepentimiento:

Viene entonces el arrepentimiento y con él la decisión de reconocer aquella triste vida lejos del amor de su padre, de la gran necesidad que tenía de volverse a aquel que le había dado la vida y pedir perdón y con toda humildad y sinceridad desde el fondo de su corazón, se echa en sus brazos y experimenta la gran misericordia del padre quien le recibe lleno de amor, porque aquel orgullo que caracterizaba al hijo ha desaparecido. Entonces el padre lleno de amor le da el mejor recibimiento digno del hijo amado.

El hermano del hijo pródigo representa al fariseo, a un corazón lleno de amargura y recelo, incapaz de experimentar el amor de Dios en su vida. (Lucas 15: 25-32). A veces nos comportamos como el hijo mayor, tenemos envidia de nuestros hermanos en la fe que son bendecidos por Dios, de personas qe pensamos que les va mucho mejor que a nosotros. Y olvidamos que Dios sabe de que cosas tenemos necesidad y cuando nos las da, así como el padre sabía que era el momento indicado de festejar la llegada del hijo perdido.

Dios está esperando al hombre pecador, no importa cuál sea su condición ni qué tan mala sea su vida de pecado, porque él está con los brazos abiertos cada día presto a recibir a aquellos que con un corazón sincero y arrepentido, deciden poner su vida en manos del autor de la salvación.

REFLEXIÓN:

¿Hemos de tomar la actitud de los fariseos, pensando que porque ya somos salvos, no tenemos porque mezclarnos entre “la gente pecadora”, y que tampoco tenemos la obligación de compartir nada con nadie, pensar que debemos mantenernos alejados porque existe el peligro de contaminarnos?

Es tiempo de salvación, no estamos para juzgar a nadie, ni para condenar a nadie, porque alguna vez también estuvimos en la misma condición que el hijo pródigo, y nuestra obligación ahora es ir, y hacer entender a quienes no tienen la bendición de conocer a Cristo, que su vida está en un grave peligro.

Estimado (a) lector (a), no importa cuanta riqueza tengas, ni cuantos títulos de nobleza se ostenten, delante de Dios, no tiene validez porque sin Cristo como Salvador el fin es el infierno de manera irremediable, y no hay otra forma de llegar al cielo sino solo Cristo. Dios les bendiga…

7/11/10

¿DECISIONISMO O EVANGELISMO BÍBLICO?




Por: Pr. Martín Zacarías

Definición

Denominamos así a la práctica que tiene como propósito que las personas que escuchan el “evangelio” tomen una decisión para “salvación” por medio de una oración de “confesión sincera”, reconociendo o aceptando algunas verdades de las Escrituras superficialmente.

El decisionismo es contrario al evangelismo bíblico, es la obra del hombre para alcanzar indebidamente al perdido. No descansa en el poder del Evangelio sino en las estrategias y artimañas que el hombre ha añadido al mensaje del Evangelio verdadero, con el fin de que el incrédulo haga una oración y deposite en ello toda su confianza para salvación y no en la obra redentora de Jesús en la cruz. Aunque esto lo negarán a gritos quienes lo practican y lo hemos practicado, es la verdad porque lo siguen haciendo. Voy a demostrar esto más adelante.

A mi entender esta práctica ha llevado a muchos a una falsa fe, a depositar su confianza en una práctica anti bíblica, y por lo tanto a crear una raza de falsos creyentes, que han encontrado un lugar donde pueden disimular su vida pecaminosa llevando una Biblia bajo el brazo, llamándose "cristianos".

Su Intención

Los que practican esta forma de evangelismo, (yo lo he hecho) dicen que lo hacen con buena intención, pero no por eso son justificados. Es cierto que no podemos juzgar las intenciones, hay uno solo que lo hace, Dios, y él nos ha dado su Palabra, la espada del Espíritu para que por medio de ella podamos “discernir los pensamientos y las intenciones del corazón”.

Usemos entonces las Escrituras para discernir las intenciones del corazón de todos los que hemos practicado y siguen practicando el facilismo en la predicación del Evangelio. Hay un hecho del Antiguo Testamento que poderosamente me llama la atención en cuanto a este asunto, es el de un hombre llamado Uza que tocó el arca cuando David la traía a Jerusalén, y murió al hacerlo. ¿Tuvo buena intención este hombre? Muchos afirman que sí, pero si discernimos a la luz de la Biblia, este hombre pecó, por eso murió. Dios no lo mató por su buena intención, lo mató porque transgredió la Palabra de Dios intencionalmente. El sabía que no tenía que tocar el arca de Dios, eso solo le estaba permitido a una familia dentro de los levitas. Sabiendo esto o no, cayó muerto, sino lo sabía ahora lo sabe y es muy tarde para arrepentirse de su presunción.

Tomemos esto para nuestra enseñanza, porque para esto se escribió ¿Es buena nuestra intención cuando estamos "engendrando" hijos para Dios por medio de una decisión? Porque esto es en el fondo lo que el decisionismo pretende hacer, llenamos tarjetas de “decisiones”, todas las que podamos, no lo podernos negar. Pero no importa en absoluto cuan buena es nuestra intención si con ella transgredimos la Palabra de Dios. El mundo está lleno de personas que dicen tener “buenas intenciones”. Los que están propugnando por un mundo lleno de valores, ¿no creen que tienen buenas intenciones? Claro, dirán, -no robes, se honesto, ayuda a los demás, cuida el medio ambiente- parece que viene de un buen corazón, pero el hombre al no conformarse a la justicia y voluntad de Dios lo hace todo para sí, buscando su propio bienestar, su intención no es agradar a Dios ni buscar su gloria, es por eso que todo lo que hace está viciado. El Señor declara en Isaías “vuestras justicias son como trapo de inmundicia”, entonces nos preguntamos, ¿por qué será que lo mejor del hombre es suciedad ante Dios? Porque no se conforman a su voluntad y “todo aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace le es pecado”. Así que no importan nuestras buenas decisiones si no se conforman a la verdad de Dios, son inmundicia delante de Él.

Yo creo que hay muchas personas engañadas con "buenas intenciones", y si están engañadas sus intenciones son incorrectas, son pecado. Y si dicen -eso es lo que me han enseñado, siempre lo hemos hecho así-, no hay excusas delante de Dios, si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán. El que sigue a una persona equivocada, también está equivocada y acabarán en el mismo lugar. “…caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una” (Isaías 31:3).

Sus Métodos y Estrategias

El decisionismo tiene el propósito de que la gran mayoría de personas tome una decisión, y para eso utiliza métodos y estrategias en las cuales descansa. Entendiendo por estrategia, el arte de dirigir un conjunto de disposiciones para alcanzar un objetivo. Estas estrategias son aprendidas y perfeccionadas año a año, y han encontrado un patrón de práctica, que es el mismo en la gran mayoría de los grupos evangélicos, carismáticos, pentecostales, y aún no cristianos como los adventistas y católicos.

Para llevar a la persona a una confesión de labios se utilizan recursos estratégicos de ambiente y pseudo espirituales. El mensaje en algunos casos contiene verdades de las Escrituras, y en otros muchos se apela incorrectamente a los sufrimientos de Cristo para conmover a una persona y hacerla sensible con el fin de que acuda al “llamado”. Lo mismo que se hace en la herética película de Mel Gibson, “La Pasión”, la cual muchas denominaciones cristianas y no cristianas han usado para este propósito. Las personas, se conmueven, lloran y se tornan muy sensibles, no por el poder del Evangelio sino por ver el sufrimiento de una persona que finge ser Jesús Cristo, y que en muchos casos es un actor pervertido al igual que aquellos que lo acompañan en el reparto y producen estas blasfemias, queriendo pervertir el Evangelio de la gloria de Cristo.

Cuando se realizan estas actividades en lugares cerrados, la preparación del ambiente es muy importante para obtener los resultados que se persiguen. Tiene que haber música apropiada, personas para la bienvenida, cómodos lugares, casi siempre por las noches y lo infaltable, personas para la consejería. Todo tiene que estar calculado, hasta el más mínimo detalle. Hay personas encargadas para todo esto, nada debe faltar, porque de eso depende los “frutos” que se obtendrán.

Algunos hermanos de la iglesia que pertenecieron al movimiento G12 de “Agua Viva”, me compartieron cómo hacen para que una persona no olvide “que recibió a Cristo en su corazón” y que ahora es salva; le hacen orar hasta cuatro veces en una misma noche, y si en otro momento vuelven a dudar de su salvación, entonces vuelve a orar todas las veces que sea necesario. No se diferencian en nada de los Bautistas, Hermanos Libres, Metodistas, Presbiterianos, Pentecostales, y aun adventistas y católicos carismáticos. ¿Por qué será que todas estas denominaciones, movimientos y sectas usan las mismas estrategias, cuando no confiesan la misma fe? ¿Por qué están unidos en práctica similar de llevar a las personas a hacer una oración? La respuesta es porque es tan fácil de imitar, no el Evangelio del poder de Dios, sino los estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error.

Algunos me han dicho que la diferencia está en el mensaje, yo les pregunto: si la diferencia está en el mensaje ¿por qué no confías en él? ¿Acaso no es el Evangelio poder de Dios para salvación? ¿Son nuestros métodos y estrategias los que engendran hijos para Dios? Justamente esto sucede cuando no se cree que en el Evangelio como poder de Dios para salvación, creemos que uno tiene que ayudar a Dios o que el evangelio no es suficiente para que Dios obre, pensamos que Dios necesita una ayuda de nuestra parte.

Nos hemos preguntado acaso alguna vez, cómo predicaron nuestros antepasados cristianos, por qué los predicadores de antaño no usaron las mismas artimañas y métodos que nosotros, y por qué los que se convertían en su gran mayoría si eran verdaderos cristianos. La razón es que ellos confiaban en el Evangelio, esperaban ver la obra de salvación en la vida de los que escucharon el mensaje de salvación, que punto aparte, era predicado en su esencia y verdaderamente. Esto lo podemos ver cuando leemos los mensajes por ejemplo de Jonathan Edwards, Spurgeon, Whitefield, Hudson Taylor, etc, etc. Nunca usaron de estrategias humanas, ellos confiaban en la gracia soberana y no tenían un Dios que requería del brazo humano para realizar su obra.

Sus propósitos y motivaciones

Lo que persigue toda obra decisionista es un gran número de “convertidos”. Ahora, si eso se lograra verdaderamente por medio de los métodos ya citados, sería formidable, y todos buscaríamos ser los mejores estrategas. Buscaríamos entrenarnos en los mejores lugares, ya que de eso dependería la gran comisión. Algunos lo hemos hecho y en el momento que nos ha tocado estar en el campo, las hemos usado a pie juntillas, para lograr los propósitos que nos han enseñado a buscar. Hay que usarlas, hay que conseguir el propósito, y es así porque creemos que el fin es bueno, y si el fin es bueno entonces los medios están justificados, dicen. La máxima comunista, “el fin justifica los medios” tiene lugar en esta filosofía humana.

Grandes cantidades, números para compartir en los informes misioneros, fotos con los que más puedan entrar, no importando quién esté en ellas, es uno de los motores motivadores de esta práctica. Los alcances evangelísticos en esta filosofía son evaluados por los números de manos levantadas, tarjetas de decisión, personas que asistieron y escucharon o vieron algo.

Si no hay números va a ser casi imposible levantar apoyo o sustento económico, y en el fondo esto es lo que mueve a muchos, aun a los que empezaron bien. Y a la verdad, a quién no le gustan los números, se ven tan lindos los lugares de reunión llenos, realizar actividades con buena concurrencia y al final tener una buena cantidad de tarjetas de “decisiones”. Compartir de esto es fácil cuando los números nos acompañan. ¿Pero será esto lo que el Señor nos mandó hacer, buscar números y escribir cifras que agraden a los que ofrendan para el ministerio, sin importarnos realmente si en verdad son salvos o no? ¿Cuáles son nuestras motivaciones? ¿Qué perseguimos con todo esto? ¿Agradaremos a los hombres antes que a Dios? Como alguien ya lo calificó, el decisionismo es el “becerro de oro” de la obra evangelística, y lo único que vamos a conseguir es el enojo de Dios, si es que ya no lo hemos hecho.

Hay que reconocer que para lograr estos propósitos se hacen grandes esfuerzos, grandes inversiones, grandes sacrificios, pero ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios,… (2 Samuel 15:22). A veces escucho las mismas palabras que Samuel le dijo a Saúl dirigida a los evangelistas decisionistas ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? (1 Samuel 15:19).

Sus Frutos

“Por sus frutos los conoceréis” dijo el Señor. Una obra es conocida por sus frutos y logros verdaderos más que por sus intenciones, ya que estas solo pueden ser conocidas por el Señor realmente.

Ahora, si juzgamos por el número, esta práctica evangelística tiene millares para contar, pero “si juzgamos con justo juicio y no según las apariencias”, como nos lo pide el Señor, entonces encontraremos una trágica verdad:

Primero, que un gran porcentaje de aquellos que tomaron una decisión no están en los caminos del Señor, esta es una verdad innegable. A donde quiera que veamos hay gente que un día fue llevada, por cualquier razón, a “confesar” con su labios que Cristo es el Señor y que hoy le están negando con sus hechos. Lo trágico de esto es que se creen salvas, porque alguien usando equivocadamente la Biblia les aseguró lo que solamente puede hacer el Espíritu Santo a través de su Palabra y guía. Algunos me han dicho lo siguiente: -nosotros no le decimos a nadie que es salvo- yo les pregunto ¿entonces para qué le haces orar? ¿Por qué llenas una tarjeta de decisión con su nombre? ¿Por qué le enseñas seguridad de salvación, si no estás seguro que pasó de muerte a vida? y ¿Por qué en muchos casos hacemos una recepción de nuevos “convertidos”? ¿Sabes que se convirtió realmente?

Segundo, que aquellas pocas personas que están “siguiendo” al Señor, esforzándose en ello, están confiando para su salvación en algo que ellos hicieron y no en la obra redentora de Cristo en la cruz como sustituto por sus pecados. Este es el corazón herético del decisionismo, quita la mirada del Salvador y la coloca en la “sinceridad de una oración”.

Tercero, que esta práctica antievangélica genera un discipulado basado también en estrategias. Tiene que haber una visita dentro de las cuarenta y ocho horas de la “decisión”, o una llamada telefónica para hacerle recordar lo que hizo, porque se puede enfriar. Luego tiene que haber un seguimiento exhaustivo para no “perder” al que recién se salvó. El discipulado pasa hacer una tarea permanente y agresiva. En lo que ahora se denomina programa de conservación de frutos, se les fuerza a hacer cosas que un verdadero creyente hace por naturaleza. El pastor ahora persigue a las ovejas y no las ovejas al pastor (Juan 10:27). Muchas veces logramos que inconversos se comporten y “crean” como creyentes, los hacemos dos veces hijos del infierno; primero, porque ahora será casi imposible predicarles el Evangelio verdadero ya que se consideran salvos, y segundo, porque comienzan hacer lo mismo con otros y ahora tienen que arrepentirse, no solo de haber creído una mentira sino porque la han compartido.

Y finalmente es trágico porque los frutos del decisionismo son congregaciones llenas de personas que se creen salvas, tratando de ser fieles a un Señor que no conocen. Reconsagrándose cada conferencia, campaña, campamento o actividad especial que se realice. Nunca avanzando, nunca creciendo en la gracia y el conocimiento del Señor. “Estos siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (2 Timoteo 3:7).

Estos son los frutos que he visto en mí andar dentro del ministerio, si alguien ha visto lo contrario por favor le pido que me desmienta, que me muestre los frutos de su práctica evangelizadora. Yo tengo muchas estadísticas para mostrarles.

Hace unos días testificando en un parque de Lima, encontré a un joven de Miami que había estudiado en una escuela “cristiana” toda su vida y había orado para “recibir a Cristo” cerca de cuatro veces en su vida, pero no sabía en qué consistía la salvación, no conocía el Evangelio, nunca se había arrepentido de sus pecados pues estaba viviendo en ellos (para eso había venido a Perú) y nunca había confiado en la obra de Cristo para su salvación, estaba confiando en su “sincera oración”. Cuando escuchó el Evangelio y en qué consistía la salvación dijo -Nunca había escuchado esto- y se fue sabiendo que tenía que arrepentirse y confiar solo en la obra de Aquel que murió por sus pecados.

Una Reflexión

Qué va a pasar cuando seamos juzgados por Dios y no veamos en su presencia a aquellos que hicieron un oración con nosotros. Cuando veamos a muchos de ellos siendo apartados para condenación y arrojados al infierno. Personas a las que llamamos hermanos y les aseguramos su salvación basada en la “sinceridad” de su oración.

Podemos hacernos la pregunta todos los que hemos practicado y siguen practicando este tipo de evangelismo ¿Dónde está la mayoría de personas que tomaron una “decisión para salvación” en nuestras actividades evangelísticas? La respuesta es obvia, ya la dimos. Otra pregunta ¿Por qué insistir en una práctica que ha generado una multitud de falsos creyentes? ¿Acaso no tememos al Dios que predicamos? ¿Tanto nos cuesta arrepentirnos y reconocer nuestra culpa? ¿Tan orgullosos somos? ¿Vale más nuestra reputación ante los hombres que la Gloria de Dios?

No es mi intención pelear, nada ganamos con eso, mi deseo es que reflexionemos y temamos al Dios que predicamos, él es un juez justo y no tendrá por inocente al culpable, y nosotros somos culpables de reducir el glorioso Evangelio de Jesucristo a un decisionismo infructuoso y estéril, que ha resultado en el engaño de miles de personas, y no es cualquier engaño, estamos hablando de la eternidad de cientos de miles que les dijimos que reciban a Cristo como su Salvador por medio de una sencilla oración, que repitan estas palabras, que solo les llevará cinco minutos de su vida, y en muchos casos les llevará a una eternidad de condenación, ¡Arrepintámonos de esto! y ¡Qué Dios se apiade de nosotros y volvamos a su reprensión!

"Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, Y haz cesar tu ira de sobre nosotros. ¿Estarás enojado contra nosotros para siempre? ¿Extenderás tu ira de generación en generación? ¿No volverás a darnos vida, Para que tu pueblo se regocije en ti? Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia, Y danos tu salvación." Salmo 85:4-7.

"Así no nos apartaremos de ti; Vida nos darás, e invocaremos tu nombre. ¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos! Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos." Salmo 80:18-19