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26/12/10

MANUAL PARA TESTIFICAR (III): «CÓMO EMPEZAR UN ENCUENTRO PARA TESTIFICAR»

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Tú nunca deberías simplemente acercarse a alguien e inmediatamente empezar a hablar acerca de Jesús. En vez de esto, empieza con algo en el ámbito natural y luego cambia al sobrenatural. Habla acerca del fútbol o del clima, y luego utiliza algo de las noticias para dirigir la conversación hacia lo espiritual. Es clave que siempre estés atento e intencional en tus conversaciones. Si siempre mantienes el evangelismo en tu mente, encontrarás una manera de darle vuelta a cualquier conversación y hablar acerca de la fe.

Por ejemplo, la muerte de una persona célebre o importante siempre es una noticia grande y por esto es una buena manera de abrir una puerta para hablar de las cosas espirituales.

“¡Hola! ¿Cómo estás?”

“Muy bien, ¿y tú cómo estás?”

“Genial, gracias por preguntar. ¿Supiste que __________ (llena el espacio con el nombre de la persona muerta) acaba de morir?”

“Sí, qué mal.”

“¿Te hace reflexionar un poco y pensar en lo que nos va a pasar después de la muerte.”

“Sí, así es.”

“¿Qué crees que te va a pasar a ti después de la muerte?”

¡Bingo! Ya estás ahí. Usa cualquier noticia o simplemente dile algo que aprendiste en la iglesia esta semana. Esto te llevará directamente a un encuentro para testificar.

O puedes también intentarlo con esto.

“Hola, ¿qué tal? Qué día más bonito, ¿verdad? Lástima, porque parece que voy a estar pasando todo el día bajo techo. Tengo una reunión en la iglesia esta noche y no puedo faltar. ¿Asistes tú a alguna iglesia?”

Tal vez puedas preguntar:

“¿Piensas tú en las cosas espirituales? ¿A dónde crees que vas a ir después de la muerte”.

La gran mayoría dirá:

“Yo creo que voy a ir directamente al cielo.”

“¿Por qué?”

“Porque yo soy bastante bueno... pues, no soy tan malo para ir al otro lugar.”

Es así de sencillo, honestamente. Empieza una conversación. Está atento e intencional para darle vuelta a la conversación y hablar de las cosas espirituales.

Ahora que estás ahí, tienes que recordar estas cinco preguntas en orden, ¿okay? Y yo tengo que confesarte que la primera pregunta y la segunda son las más difíciles de hacer. No hay una manera de evitarlo. Te va a ser bien difícil hacerle a la persona estas preguntas, pero tienes que hacerlo. Mantén en mente que yo he hecho estas preguntas a miles de personas y hasta la fecha nadie me ha pegado en la nariz, ni nadie se ha ofendido. Yo te prometo que una vez que hagas estas dos primeras preguntas, estarás a salvo. Te lo prometo.

¿Listo? Ora a Dios, pídele que te dé valor y haz la primera pregunta...

Continúa: Manual para testificar (IV): «Cinco preguntas básicas para testificar»

19/12/10

MANUAL PARA TESTIFICAR (II): «¿POR QUÉ LOS “CRISTIANOS” NO SE COMPORTAN COMO CRISTIANOS?»

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La respuesta es dolorosamente obvia. Si alguien no se comporta como un cristiano, no es un cristiano (ver Santiago 1:22-25). Desafortunadamente, la iglesia está llena de personas así. Pero, ¿por qué? ¿Por qué hay tantos falsos convertidos? Porque ellos han respondido a un evangelio incompleto o a uno falso.


A muchos se les ha dicho que tienen un vacío en su corazón que sólo Jesús puede llenar, y que si tan sólo le pidieran a Jesús que entre en su corazón, Él los hará sentir llenos y completos. Este es un concepto del evangelismo moderno que recurre a las “necesidades personales”. Determina cuál es la necesidad personal de una persona, y entonces, presenta a Jesús como la respuesta a dicha necesidad. ¿Estás divorciado? Jesús te hará sentir completo. ¿Tus padres no te amaron lo suficiente? Dios quiere amarte y será tu Padre. ¿No te satisface tu dinero? Jesús sí lo hará.

Ahora, ¿hará Dios todas esas cosas? Por supuesto. Sin embargo, y esto es crucial, si una persona acepta a Jesús en su corazón sólo para sentirse completa, es un motivo equivocado y es poco probable que esa persona sea realmente salva. El vacío en el corazón de todos no es la tristeza ni la falta de realización, es la falta de justicia.

Esto es muy importante. Jesús no vino a esta tierra para entregar su vida de una manera cruel sólo para que nosotros pudiéramos estar felices. Él vino para hacernos justos. Y todos tiene que venir a Él por la misma razón—para ser hechos justos (para la justificación). Si le pedimos a Él que entre en nuestro corazón para hacernos felices, Él no entrará y nosotros no recibiremos la mera cosa que buscamos. En vez de esto, si venimos a Él humildemente (¿recuerdas nuestro principio?) buscando misericordia, Él entonces nos la dará… y además llenará ese vacío en nuestros corazones. Pero primero lo primero: Nuestra motivación para pedirle que nos salve debería ser la misericordia y no la felicidad.

¿Nos da Jesús amor, gozo, paz, paciencia, bondad, templanza, fe y dominio propio? Sí, pero sólo después de que nos hemos arrepentido y hemos puesto nuestra fe en Él. Dios nos da estos asombrosos regalos como los frutos (los resultados) de la salvación, pero no podemos y no debemos usar dichos regalos como una atracción para la salvación. Considera esto, si alguien pasa tiempo contigo sólo para obtener lo que tienes que ofrecerle (dinero, regalos, comida, servicio de lavandería), te sentirás usado, y con razón. Tú quieres que alguien pase tiempo contigo por lo que tú eres, no por lo que podrías darle. Así es con Dios. Si le seguimos sólo porque queremos Sus regalos, no es una fe aceptable. Esto es usar a Dios como nuestro plan de autorrealización.

Piensa en este ejemplo. Un grupo de hombres se rebela contra el Rey y tratan de usurpar su trono. Viven en el bosque y pasan sus días deshonrando al Rey. Sin embargo, un día el Rey decide perdonarles a estos rebeldes, y si no reciben el perdón, serán castigados.
Cuando un rebelde por naturaleza llega delante de Dios y anuncia que él está dispuesto a “aceptarlo a Él” porque quiere que Dios le dé regalos, ¿cómo crees que reacciona Dios?
El Rey manda un enviado al bosque. Cuando sus mensajeros encuentran a los rebeldes, ¿qué deben hacer? ¿Deben decirles a los rebeldes que es mucho más bonito y cómodo vivir en el castillo? ¿Deben decirles a los rebeldes que la comida del Rey es mucho mejor que la comida del bosque?

Si los mensajeros presentan cualquiera de estos dos ofrecimientos, los rebeldes bien podrían regresar al castillo y clamar, “¡Oye, Rey! ¿Dónde está la comida?” ¿Cómo reaccionaría el Rey? ¡Estaría furioso!

Cuando un rebelde por naturaleza llega delante de Dios y anuncia que él está dispuesto a “aceptarlo a Él” porque quiere que Dios le dé regalos, ¿cómo crees que reacciona Dios?

En cambio, los mensajeros del Rey deberían anunciarles a los hacedores de iniquidad: “El Rey debe sentenciarlos a muerte. Han rebelado contra Él. Ustedes han tratado de hacerse reyes. Merecen la muerte. El Rey tiene el derecho, la autoridad y el poder para poner fin a sus vidas. Pero el Rey es rico en misericordia y les ofrece el perdón hoy... si vuelven a Él con humildad, confesando sus errores y prometido su lealtad a Él”.

Así es cómo debemos estar proclamando el Evangelio. Si no lo hacemos de esta manera, sólo vamos a producir más rebeldes que no son arrepentidos ni leales, sino exigentes y desobedientes.


Para un tratamiento exhaustivo de la razón por la cual la Iglesia está llena de falsos convertidos, te recomiendo que leas el libro The Way of the Master por Ray Comfort. También, querrás leer o escuchar dos de los mejores mensajes que hay acerca del evangelismo bíblico: Hell’s Best Kept Secret (también escrito en español bajo el título: Lo que el diablo no quiere que sepas, por Ray Comfort) y True and False Conversions. Puedes conseguir todo este material en el sitio web http://www.livingwaters.com/.

EL USO DE LA LEY

Todos nosotros tenemos que venir al Salvador de la misma manera, en arrepentimiento con un corazón humilde. Todos tenemos que venir a Jesús clamando por misericordia, no por regalos. Es por esto que Jesús usó los Diez Mandamientos con el hombre principal en Lucas 18.

Jesús le dio la Ley, no porque se le olvidó temporalmente cómo una persona llega a salvarse, sino para hacer humilde al hombre y mostrarle su necesidad desesperada de limpieza. Por lo tanto, si nosotros vamos a ser testigos fieles, debemos aprender de Jesús y testificar de la misma manera que Él. En resumen, la manera en que Jesús testificó fue esta:

La Ley para el soberbio y la gracia para el humilde.

Si una persona es verdaderamente humilde—en otras palabras, comprende que ha violado los Diez Mandamientos de Dios y que merece Su ira (el castigo)—entonces, dale la gracia (como Jesús lo hizo con el humilde Nicodemo en Juan 3:16). Pero si la persona es soberbia y orgullosa, y casi siempre la gente lo es, debemos usar la Ley (los Diez Mandamientos) para hacerla humilde. Este es el propósito de la Ley.


"De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe." Gálatas 3:24.

Charles Spurgeon dijo: “Ellos nunca aceptarán la gracia hasta que tiemblen ante una ley justa y perfecta”.


El Salmo 19:7 lo dice claramente: “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma”. Pablo dijo: “Yo no conocí el pecado sino por la ley” (Romanos 7:7). Si una persona no comprende la pecaminosidad excesiva de su propio pecado, no comprenderá qué tan asombrosa es la gracia. Si nosotros creemos que sólo tenemos un poquito de pecado, igualmente tendremos un poquito de gracia. Pero cuando comprendamos lo grotescamente pecaminosos que somos—cuando nos demos cuenta de que hemos ofendido a Dios en pensamiento, palabra y hecho—sólo entonces caeremos a Sus pies en adoración porque “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

En vez de manipular a las personas para que vengan a Jesús prometiéndoles que su vida será mejor si sólo dicen una oración, debemos usar la ley como un ayo (un educador, un guía; Gálatas 3:24), para traerlos humildes a la cruz del Calvario donde podrán clamar por misericordia, y donde podrán recibirla por gracia.

Aquí están los cincos pasos (las cinco preguntas) para testificar como Jesús. Apréndelos de memoria y estarás equipado para testificar con confianza y traer a alguien al arrepentimiento de sus pecados y a la fe salvadora en el Señor Jesucristo.

Continúa: Manual para testificar (III): «Cómo empezar un encuentro para testificar»

12/12/10

MANUAL PARA TESTIFICAR (I): «CÓMO TESTIFICAR… COMO JESÚS LO HIZO»

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Si puedes recordar cinco preguntas, puedes guiar con confianza cualquier encuentro para testificar. Así es. Recuerda cinco preguntas principales y estarás en control de toda conversación que tengas acerca de tu fe. Imagina, sabrás exactamente dónde estás en una conversación y sabrás exactamente hacia dónde vas. No tienes que estudiar griego, no tienes que comprender de arqueología, sólo debes recordar cinco preguntas.

Antes de presentar las cinco preguntas, necesitamos estar de acuerdo en cuanto a cómo, cuando y por qué Dios salvará a un hombre o a una mujer. Aquí está una pista: Jesús dijo, “...el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. La pregunta de un millón de dólares es esta: “¿Qué quiere decir esto?”

Para nacer de nuevo, una persona tiene que morir. ¿Implica esto que alguien tiene que suicidarse para llegar a ser un cristiano? No, Jesús estaba hablando de un nuevo nacimiento espiritual. La próxima pregunta de un millón de dólares es esta: “¿Cómo es que uno muere para que Dios pueda hacerlo nacer de nuevo?”

Una persona tiene que morirse a sí misma. John MacArthur lo dice de esta manera:

"Seguir a Cristo no se trata ni de usted ni de mí. Ser un cristiano no tiene que ver con nosotros; no tiene que ver con nuestro autoestima. Se trata de estar harto de nuestro pecado y nuestra desesperación por el perdón. Se trata de ver a Cristo como el Salvador invaluable—el que salva del pecado, de la muerte y del infierno—para que entreguemos todo lo que tenemos que entregar. Aun si nos cuesta nuestras familias, nuestros matrimonios y cualquier otra cosa que apreciamos y poseemos.

Aun puede costarnos nuestras vidas como Jesús dijo en Lucas 9.24.

No puede ser más claro que eso. Si usted trata de aferrarse a sí mismo, a su plan, a su agenda, a su éxito, a su auto-estima o a cualquier pecado, Dios no le dará ni el perdón ni la vida eterna.

Entonces, ¿de veras quiere seguir a Jesús? Le costará absolutamente todo." [Del libro Hard to Believe (Difícil de creer) por John MacArthur; pp. 10-11.]

Si una persona llega al Salvador con cualquier otro motivo salvo un deseo de estar a cuentas con Dios, esta persona no está lista para ser salva. Dios no salvará a nadie que tiene orgullo.

“Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” Santiago 4:6.

Santiago sigue describiendo cómo debe verse la experiencia de la salvación:

“Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.” Santiago 4:9-10.

La última pregunta de un millón de dólares (esto está llegado a ser costoso) es: “¿Cómo testificamos a alguien y así llevarlo al punto donde sus pecados le dan asco y él clama: ‘¡Dios, tenga misericordia de mí, un pobre ser pecador!’?”

Esta debe ser nuestra meta de cada encuentro para testificar. Queremos ayudarle al hombre a entender que él es pecaminoso por naturaleza y que por esto merece la ira de Dios... para que cuando oiga acerca de la cruz, será agradecido por el sacrificio que Jesús hizo por él.

Recuerda, Dios resiste al soberbio pero da gracia al humilde. Así que, ¿cómo podemos ayudarle a alguien a ser humilde delante de Dios? Para esta respuesta importante, vamos a tener que examinar cómo el mismo Maestro, Jesucristo, testificaba a la gente.

Cuando hacemos esto, descubrimos que Jesús dio la Ley a los soberbios y la gracia a los humildes. Puesto que esto es lo que Jesús hacía, esto va a ser nuestro principio guía: La Ley para los soberbios, la gracia para los humildes. Veamos cómo Él hacía esto.

¿CÓMO TESTIFICABA JESÚS?

En Lucas 18:18-23, un hombre principal (un joven rico que gozaba de cierto privilegio en la sociedad de aquel entonces) se acercó a Jesús y le dijo, “Maestro Bueno”. Detengámonos aquí mismo.

Jesús respondió, “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios”. ¿Y eso qué quiere decir? ¿Alguna vez te lo has preguntado?

Jesús estaba corrigiendo a este joven rico en su definición de “bueno”. Proverbios 20:6 dice: “Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?” Habiendo entrevistado a miles de personas, hemos aprendido que la mayoría de la gente cree que es bastante buena… “comparados con fulano de tal”. Es por esto que Jesús quería corregir al joven en cuanto a su entendimiento de “bueno”.

En vez de compararte con un caudillo terrible (o aun con un vecino cochino), compárate con Dios. La pregunta no es cómo te comparas a Sadam Hussein, sino ¿cómo eres comparado con Dios?

Entonces, ¿cómo te comparas a ti mismo con Dios? Compárate con la representación perfecta del carácter de Dios, los Diez Mandamientos. Veamos a Jesús hacerlo.

Ahora, el hombre principal le hace a Jesús la pregunta que a la mayoría de nosotros nos gustaría escuchar: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?” ¡Bingo! Jesús tenía un pez deseoso de saltar directamente al bote. No hay mucho por qué preocuparnos aquí, ¿verdad? Tú y yo probablemente le habríamos dicho al joven rico, “Rápido, di una oración conmigo antes de que cambies de opinión. Pídele a Jesús que entre en tu corazón”.

Mira lo que Jesús dice en vez de eso. ¡Jesús le dijo que debería obedecer a los mandamientos! ¿Qué? ¿Estaba Jesús pasándola mal aquel día? Si hay alguien que sabe que es imposible guardar los mandamientos, es Jesús. Jesús vino a salvar al mundo porque nosotros no podemos guardar los mandamientos (ver Romanos 3:23). Entonces, ¿por qué Jesús le dio esa respuesta aparentemente equivocada? Continuemos con la historia.

El hombre principal respondió a Jesús, “Todo esto lo he guardado desde mi juventud.”. ¡Imagínate! Ese chico realmente creía que había cumplido con los mandamientos. ¿Sabes lo que reveló esto? Estás en lo cierto: la soberbia y el orgullo. (¿Recuerdas nuestro principio guía?) Entonces, Jesús cavó un poco más profundo. Jesús trató de revelar su orgullo usando la esencia de los primeros dos mandamientos. Cuando Jesús le mandó que vendiera todo lo que tenía para dárselo a los pobres, fue entonces cuando el hombre principal se quedó al descubierto. El hombre era culpable de amar al dinero más que a Dios. Sabemos esto porque la Biblia dice que “él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico”.

Jesús reveló que este hombre principal estaba lleno de orgullo y no era humilde. Si Jesús simplemente le hubiera dicho al hombre que dijera una oración, Él habría producido un falso convertido. El rico habría mantenido a su dinero como su dios y sus amigos cristianos constantemente habrían susurrado: “¿Por qué no se comportará más como un cristiano?”

¿Alguna vez te has hecho esta pregunta? ¿Te has preguntado por qué tantas personas en nuestras iglesias no se comportan como cristianos? ¿Por qué no leen su Biblia? ¿Por qué no sirven como voluntarios? ¿Por qué no ofrendan?

Continúa: Manual para testificar (II): «¿Por qué los “cristianos” no se comportan como cristianos?»

5/12/10

LA PESCA MILAGROSA



Lucas 5:1-11

¿Te gustaría ser pescador de hombres?

Cristo lo fue. Desde su nacimiento hasta su muerte, la persona de nuestro Señor Jesucristo ha atraído multitud de gente que escucha su palabra, para salvación personal.

Tenemos que reconocer entonces que en nuestros tiempos también se necesita una pesca milagrosa, porque la gente de hoy en día no quiere convertirse, no quiere salvarse, y no quiere dejar su estilo de vida acomodándose a sus pasiones y deseos carnales que batallan contra el alma. Aun cuando hemos echado las redes muchas veces en el mismo lugar, de diferentes formas, y hasta haciendo nuestros mejores esfuerzos, sin obtener grandes resultados.

Necesitamos que Dios siga haciendo milagros trayendo los peces a la red, así como lo hizo con nosotros cuando fuimos salvos. Porque el haber llegado la salvación a nuestras vidas, es verdaderamente un hermoso milagro de parte de Dios.

Es Dios quien traerá las almas a Cristo, no nosotros, el mérito no es nuestro, solo somos instrumentos en las manos de Dios.

Juan 17:6-7 dice: "He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti."

Entonces es Dios quién trae las almas a los pies de Cristo.

El pueblo cristiano solo tiene que cumplir con la gran encomienda de ir y predicar el evangelio, con la certeza de que sirviendo como instrumentos de Dios, esos peces que aun se encuentran en el mar, vendrán a las redes para ser salvos.

PARA GANAR ALMAS:

I.- IR HASTA ELLAS.

Cristo le dice: "Boga mar adentro" (vers. 4).

Aun cuando pescaron toda la noche y no pescaron nada, recibieron la orden de ir mas allá.

Quizás nosotros también ya hemos tirado la red muchísimas veces y no conseguimos pescar almas, pero Cristo dice: “Vayan mas allá” ese “mar adentro” significa; Ir más allá de las orillas, Ir más allá del mismo pueblo, significa Ir mucho más allá de lo que pensamos que son nuestros alcances, y significa también que tenemos que ir directamente a las personas y presentarles el plan de salvación.

Basta ya de buscar pretextos para evitar ir a predicar la palabra de Dios, y de buscar múltiples maneras que suplan nuestra obligación como cristianos, como promover propaganda impresa y discursos televisivos que muchas de las veces lo único que logran es confundir a la gente para poder hacer un buen reflexionamiento sobre su condición de pecadores y su gran necesidad de un Salvador que es Cristo el Señor.

Tenemos que hacerlo de manera personal, y al ir, debemos hacerlo con un objetivo bien definido, con un corazón dispuesto, y con todo el amor que Cristo nos enseña por las almas perdidas, dispuestos a todo, porque la meta por la cual nos metemos mar adentro, es la de ganar almas.

¿Cuál es la meta que se ha formado usted que ya es salvo, que ya ha sido limpiado, que ya ha sido redimido con la sangre preciosa de Cristo? ¿Es usted uno más del montón de cristianos que dan más prioridad a sus asuntos particulares o seculares, dejando de lado su principal encomienda que es la de ir por todo lugar compartiendo y sembrando la preciosa semilla? ¿Tan pronto nos olvidamos del gran entusiasmo que una vez mostramos cuando por primera vez experimentamos la luz de salvación en nuestras vidas?

No debemos conformarnos con la asistencia a la iglesia que a veces cumplimos como mero compromiso solo porque ya somos cristianos y la gente puede murmurar porque no nos congregamos.

¿O es usted de aquellos que quieren pasar desapercibidos porque el círculo de amistades sociales con los que se relaciona ignoran que es cristiano y que se congrega en un templo para adorar el nombre de Dios, y de ninguna manera se atreve a caminar por las calles evangelizando personas, repartiendo literatura bíblica, porque tiene temor a quedar en ridículo o vergüenza y exponiéndose a quedar sin amistades solo por ser creyente?

Si alguna de estas suposiciones se acomoda a su estilo de vida hoy en día, aun siendo cristiano, solo recuerde que delante de Dios no habra excusa válida para rendir cuentas en aquel día, y que irremediablemente estaremos ante el Tribunal de Cristo, siendo juzgados por nuestras obras como hijos de Dios. Porque su palabra dice que recibiremos recompensa por lo que hayamos hecho en esta tierra, sea bueno, o sea malo. Pero sobre todo no olvidemos, que mientras estamos en este cuerpo y en esta tierra, lo que sembremos, eso también segaremos.

La actitud del creyente puede adoptar muchas formas, de acuerdo a los contextos en los que vive, y cuando no se adquiere una madurez espiritual firme, es muy fácil caer en errores y prácticas que solo agradan a Satanás y que nos alejan más de Dios porque nuestras prioridades están centradas en las cosas de este mundo.

Un cristiano genuino y agradecido con Dios por la salvación de su alma, lo debe llevar a fijarse objetivos claros y precisos de querer compartir el evangelio con aquellas personas que no conocen aun de Cristo, fijarse la meta que Cristo se fijó cuando quiso dejar su gloria y su reino por amor a nosotros.

II.- QUITAR LA INCREDULIDAD

Verso 5: "Respondiendo Simón le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado."

¿Podemos llevar la cuenta de los miles de pretextos que ponemos a diario para ir en busca de las almas porque estamos siendo presas de la incredulidad? ¿Podremos ennumerarlos?

• “Ya hemos ido allá muchas veces.
• “ A esa persona siempre le estamos hablando del evangelio”.
• “ La iglesia siempre está haciendo Campañas Evangelísticas y no hay resultados”.
• Qué caso tiene hablarles si son personas que nunca entienden?

En la vida del cristiano jamás debe haber lugar para la incredulidad, porque conocemos la promesa de Dios que su palabra no volverá vacía, y si bien pueden pasar días, meses, quizás años, la semilla germinará. Por lo tanto con esa seguridad debemos cumplir con nuestro deber, creyendo que es Dios quién va a traer las almas para ser salvas. El trabajo del cristiano solo es ir, y tirar la red.

Es tiempo de hacer a un lado el desánimo, el desinterés, y mostrar el amor de Cristo en nuestros corazones hacia el prójimo. No antepongamos jucios sobre posibles resultados que no nos corresponden porque quién hace el trabajo final en el corazón de las personas es el Espíritu Santo.

La incredulidad es pecado y nunca será buena compañera, nos hace estériles y sin fruto.

III.- RECAPACITAR Y ECHAR LAS REDES EN EL NOMBRE DE JESÚS.

¿Dónde está la clave? En la oración.

Cuando el cristiano sale al campo de batalla, ya debe ir preparado anticipadamente, para tirar las redes al mar. Debe antes orar, ayunar y leer la escritura como previa actividad antes de ir a pescar almas, con la disposición total sabiendo que va con toda autoridad de parte de Dios, y aun el mismo diablo la respeta porque no vamos en nombre de ningún método, sino en el nombre de Jesús.

Muchas iglesias están vacias, ¿Por qué?, La respuesta es simple. Porque no hay quien vaya mar adentro, porque no hay obreros que estén dispuestos a ir a predicar corriendo riesgos, pasando por pruebas, tribulaciones, por el nombre de Cristo.

Es mucho más fácil seguir en las ocupaciones materiales que en las espirituales, y por ello nos vemos impedidos para buscar más y más de Dios.

Es tiempo de reflexión:

Dados los tiempos que vivimos, resulta conveniente preocuparnos más por los afanes seculares que por el principal propósito con que Cristo nos salvó? ¿Habrá en realidad una excusa válida como para no ir en busca de las almas perdidas?

No la hay, pero contrariamente si hay castigo o consecuencias para quién no lo hace. Reconsideremos y evaluemos nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios. Y si hay algo que impide una buena comunión para con el Padre, ajustemos cuentas y boguemos mar adentro, tiremos esas redes que aun hay muchos peces que están a merced del enemigo y a punto de perder su alma y su vida en el infierno.

"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." (Mateo 28:19-20).

Que Dios nuestro Señor nos dé de su gracia para tener voluntad de ir y predicar el evangelio a toda criatura…

Dios les bendiga.