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17/10/10

LEGALISMO RELIGIOSO O FARISEISMO

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Hoy en día la situación espiritual de la Iglesia de Cristo atraviesa por una etapa nada alentadora entre sus miembros, la condición espiritual de muchos de ellos va en decadencia debido a una serie de factores que directa o indirectamente afectan la relación personal con Dios, y como consecuencia la relación de la Iglesia para con Dios.

Uno de los problemas muy serios dentro del cuerpo de Cristo, es la grave situación de legalismo religioso y de fariseísmo que quizás de manera inconsciente se está practicando y que cada vez más nos parecemos al mundo, haciendo incluso cosas peores porque somos conocedores de la Escritura, y nos olvidamos que delante de Dios no tenemos excusa porque hacemos acepción de personas.

Romanos 2:1-6 dice: “Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. Más sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras.”

Vale la pena la interrogante: ¿Por qué actuamos como si nosotros fuéramos los únicos justos, con la confianza puesta en nosotros mismos, y ocasionando desprecio hacia quienes nos rodean, cuando nuestra preocupación debiera ser el tener cuidado de guardar nuestro buen testimonio. Somos como aquel fariseo que erróneamente se consideraba así mismo impecable, y por consiguiente mejor que los demás.

Recordemos la parábola que citó Cristo: “Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como éste publicano; Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.” (Lucas 18:10-12).

¿A qué o quién le recuerda esto? Quizás a nosotros mismos en más de una ocasión en que nuestras actitudes así se han manifestado. Nos consideramos personas excepcionales aun en nuestras propias iglesias creyendo que nadie está a nuestra “altura”, porque nadie da más que yo ni en diezmos ni ofrendas, y sabemos que delante de Dios no estamos justificados con ello porque la misma Escritura nos dice que no volvió a su casa justificado porque este tipo de acciones en los creyentes Dios las aborrece.

“El cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios.” (Romanos 2:6-11).

Dios nos llama hipócritas, porque aparentamos ser justos cuando en realidad nuestro corazón está lleno de maldad.

Los legalistas creen que poseen la verdad, y atacan a todo aquel que difiere de sus interpretaciones personales, o defienden “su verdad” como consideran que es correcto, basados en tradiciones y costumbres humanas antes que en una correcta y sana interpretación de las Sagradas Escrituras. Nosotros sabemos que la Palabra de Dios no necesita que nadie la defienda de manera incorrecta e individualista, la Palabra de Dios se defiende sola, y nosotros guiados por Dios debemos interpretarla correctamente y aplicarla sabiamente en nuestras vidas diarias, de acuerdo a su voluntad.

La Biblia es un libro que está vivo y que habla a cada cual según sus necesidades personales, y habla además a diferentes grupos de personas, gentiles, cristianos, y judíos en lo general. La Biblia va mucho más allá de la interpretación humana. (2 Pedro 1:20). La Palabra de Dios va hasta donde Dios quiere y hace lo que Dios quiere que haga. Seamos conscientes que lo que verdaderamente Dios quiere que hagamos, no lo estamos haciendo: y es llevar el evangelio a toda criatura, porque es innegable que cada día Dios pone delante nuestro a tantas y tantas personas que necesitan de Cristo, y nosotros por estar sumergidos en esa nube de legalismo y fariseísmo, no somos capaces de atender a su llamado.

Cabe citar y recordar el pasaje en Efesios 5:14 para que despertemos los que estamos durmiendo en nuestra negligencia, levantémonos de entre los muertos, para que Cristo nos alumbre y cumplamos con la gran encomienda: Llevar el evangelio… Dios les bendiga.