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14/11/10

EL HIJO PRÓDIGO

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No hay frases o términos para describir la persona del Señor Jesucristo:

Dios le dio un nombre que es sobre todo nombre para que toda rodilla se doble delante de él.

Aun desde niño atrajo multitudes de gente, que se maravillaba y se sorprendía ante la sabiduría que mostraba.

Y no dejemos de mencionar que aun cuando murió, la persona de Jesucristo atrajo multitudes de toda lengua y nación, y de todas las edades.

Los fariseos se sorprendían y admiraban de su doctrina, pero murmuraban acerca de sus acciones y del amor que mostraba hacia los perdidos.

Es por ello que hasta ahora, para mucha gente resulta inexplicable e incomprensible por la grandeza de su amor y misericordia y al igual que los fariseos y escribas también se murmuran de los cristianos y del mismo Cristo y Dios.

En base a estas murmuraciones Cristo les narró estas tres parábolas:

1.- La parábola de la oveja perdida: Lucas 15:4-7:

"¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va á la que se perdió, hasta que la halle? Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso; Y viniendo á casa, junta á los amigos y á los vecinos, diciéndoles: Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido. Os digo, que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento."

Esta parábola habla de la torpeza del hombre para comprender las cosas y la realidad de las cosas. La mente del hombre es finita y por eso no alcanza a entender y discernir la grandeza de Dios y su acción redentora. Los fariseos pensaban que por su condición santa Cristo solo debía acercarse a ellos y compartir solo con ellos. Aprendemos también de lo torpe que es la gente para ir en busca del Pastor de las ovejas. El pastor tuvo que venir en la Persona de Jesucristo, a buscarlas. El mundo prefiere adoptar y adaptarse a los modismos que surgen sin detenerse a reflexionar si lo que hacen va de acuerdo a Dios, aunque mencionan conocerle. Se dicen hijos de Dios solo porque siguen una religión adoptada e implantada por hombres, porque se menciona a Dios, y porque a través de esa religiosidad viven la vida que satisface su carnalidad, y les es agradable a sus pasiones y deseos.

2.- La parábola de la moneda perdida: Lucas 15:8-10:

"¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere una dracma, no enciende el candil, y barre la casa, y busca con diligencia hasta hallarla? Y cuando la hubiere hallado, junta las amigas y las vecinas, diciendo: Dadme el parabién, porque he hallado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente."

Esta parábola explica la condición inconsciente del pecador acerca de su condición perdida y expuesta al infierno lejos de Cristo. Una moneda es solo un objeto que por su naturaleza, obviamente no puede saber si está perdida o no, pero sus dueños si lo saben) y cuando esto sucede y la pierden, se dan a la tarea de buscarla hasta encontrarla.

El hombre sin Cristo, es incapaz de comprender su condición de pecador, es incapaz de entender que tiene la misma condición de la moneda que se ha perdido, y por tanta confusión de que es objeto por causa de las muchas mentiras que se divulgan o propagan con respecto a la salvación; piensa que a través de diferentes prácticas religiosas puede llegar a ser salvo. Sin alcanzar a entender por sí mismo que el único camino, la única verdad y la única vida es Jesucristo.

3.- La parábola del hijo pródigo: Lucas 15:11-24:

"Y dijo: Un hombre tenía dos hijos; Y el menor de ellos dijo á su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me pertenece: y les repartió la hacienda. Y no muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos á una provincia apartada; y allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una grande hambre en aquella provincia, y comenzóle á faltar. Y fué y se llegó á uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió á su hacienda para que apacentase los puercos. Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que comían los puercos; mas nadie se las daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!Me levantaré, é iré á mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como á uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino á su padre. Y como aun estuviese lejos, viólo su padre, y fué movido á misericordia, y corrió, y echóse sobre su cuello, y besóle. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Mas el padre dijo á sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies. Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta: Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado. Y comenzaron á regocijarse."

Esta parábola nos habla del inmenso amor de Dios que recibe, del enorme amor de Dios por la humanidad, por esa creación que él hizo con el único propósito que le diera la honra y la gloria que solo él merece. Y dada la caída del hombre a través de Adán y Eva, Dios por medio de Jesucristo, dejando su gloria se humilló hasta la muerte y muerte de cruz, por amor a nosotros.

De esta manera, Dios recibe al pecador no importa cuán crítica sea su condición, o qué tan pecaminosa sea o haya sido su vida, Dios muestra su amor de tal manera, que todo aquel que le invoca de manera sincera y arrepentida obtiene su salvación de forma instantánea.

Podemos entender entonces, porque fue necesario que Cristo refiriera estas parábolas, para que los escribas, y ahora el mundo, inclusive nosotros los cristianos; podamos entender el gran amor de Dios.

Lo que representa el hijo pródigo:

Representa al hombre que teniéndolo todo, que teniendo la oportunidad de tenerlo todo; un día toma una mala decisión. Elige irse lejos de su padre, vivir una vida desenfrenada y malgastarla juntamente con todos sus bienes y en toda clase de malas compañías. Y sin duda alguna con la firme idea de no regresar jamás a casa, porque exigió su parte de la herencia. Cambió la protección segura de un padre benigno, para ir a caer bajo el yugo de un ser despiadado y cruel. Porque mientras que en casa, al lado de su padre, solo podía encontrar amor y bienestar; a merced del enemigo, solo iba a encontrar ruina, destrucción y muerte, porque Cristo vino para dar vida, y vida en abundancia, mientras que Satanás ha venido para hurtar, matar y destruir, y el hombre sin Dios, cada vez más se hunde en el dolor y la miseria conforme avanza en sus pasos, alejándose de él.

Cuántas personas hoy en día les encontramos sufriendo y lamentando las consecuencias de aquella mala decisión que un día tomaron, y aun así, siguen rebelándose en contra de Dios sin querer humillarse y buscarle.

El razonamiento: 

Hasta que el hijo pródigo, “volviendo en sí”, reflexionando, recapacitando sobre su mal proceder, en su mente floreció la cordura, y pensando en toda aquella abundancia y bienestar que tenía al lado de su padre, en donde comparaba su situación al lado de aquellos jornaleros al servicio de su padre que tenían la mejor comida, cuando él ni siquiera podía comer del alimento para los cerdos.

El arrepentimiento:

Viene entonces el arrepentimiento y con él la decisión de reconocer aquella triste vida lejos del amor de su padre, de la gran necesidad que tenía de volverse a aquel que le había dado la vida y pedir perdón y con toda humildad y sinceridad desde el fondo de su corazón, se echa en sus brazos y experimenta la gran misericordia del padre quien le recibe lleno de amor, porque aquel orgullo que caracterizaba al hijo ha desaparecido. Entonces el padre lleno de amor le da el mejor recibimiento digno del hijo amado.

El hermano del hijo pródigo representa al fariseo, a un corazón lleno de amargura y recelo, incapaz de experimentar el amor de Dios en su vida. (Lucas 15: 25-32). A veces nos comportamos como el hijo mayor, tenemos envidia de nuestros hermanos en la fe que son bendecidos por Dios, de personas qe pensamos que les va mucho mejor que a nosotros. Y olvidamos que Dios sabe de que cosas tenemos necesidad y cuando nos las da, así como el padre sabía que era el momento indicado de festejar la llegada del hijo perdido.

Dios está esperando al hombre pecador, no importa cuál sea su condición ni qué tan mala sea su vida de pecado, porque él está con los brazos abiertos cada día presto a recibir a aquellos que con un corazón sincero y arrepentido, deciden poner su vida en manos del autor de la salvación.

REFLEXIÓN:

¿Hemos de tomar la actitud de los fariseos, pensando que porque ya somos salvos, no tenemos porque mezclarnos entre “la gente pecadora”, y que tampoco tenemos la obligación de compartir nada con nadie, pensar que debemos mantenernos alejados porque existe el peligro de contaminarnos?

Es tiempo de salvación, no estamos para juzgar a nadie, ni para condenar a nadie, porque alguna vez también estuvimos en la misma condición que el hijo pródigo, y nuestra obligación ahora es ir, y hacer entender a quienes no tienen la bendición de conocer a Cristo, que su vida está en un grave peligro.

Estimado (a) lector (a), no importa cuanta riqueza tengas, ni cuantos títulos de nobleza se ostenten, delante de Dios, no tiene validez porque sin Cristo como Salvador el fin es el infierno de manera irremediable, y no hay otra forma de llegar al cielo sino solo Cristo. Dios les bendiga…

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