Por: Pr. Guillermo Donamaría
"Jesús se acercó y les habló diciendo: toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por lo tanto id, y haced discípulos a todas las naciones…bautizándolos…y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén." Mateo 28:18-20.
Al considerar este tema debemos tener en cuenta dos aspectos importantes:
1. El discipulado y
2. El maestro (el que hace discípulos).
Hay muchas cosas para decir acerca de ambos puntos, pero vamos solamente a considerar algunas fundamentales.
EL DISCIPULADO
Su necesidad aparece señalada en las palabras del Señor Jesucristo arriba citadas. Esencialmente un discípulo cristiano no es una persona que se une a Jesucristo, que se bautiza, decidido a obedecer fielmente al Señor y conocer y cumplir sus mandamientos.
Discipulado es el proceso de la enseñanza mediante el cual se imparten los conocimientos que permitirán al discípulo vivir en absoluta obediencia y que lo capacitarán para que a su vez pueda enseñar a otros.
Tal vez uno de los errores más trágicos para la vida de las iglesias hoy, consista en lograr "convertidos", "participantes de la doctrina".
Presumiblemente nos conformamos con ser "cristianos" y dejemos de lado la tremenda responsabilidad de ser y hacer discípulos. Nuestro Señor resucitado nos encomendó el cumplimiento de esta tarea, y nos proveyó en su Persona tanto el método como el modelo. Jesús afirmó que nada es posible hacer si las personas no cambian, no nacen de nuevo. A esta transformación -que es obra del Espíritu Santo- pueden ser guiadas las que participan del discipulado.
La visión de Jesús acerca de la proclamación de las buenas noticias era de alcance mundial: Id y haced discípulos en todas las naciones. La fórmula de aplicarse correctamente sería revolucionaria, de acción dinámica. La forma griega del pasaje que nos ocupa parecería traducirse así: "estén yendo, bautizando, enseñando, pero haciendo discípulos".
La misión de alcanzar al mundo entero mediante la multiplicación de discípulos no se deduce de un pasaje oscuro del Nuevo Testamento, sino que es el tema que late en sus páginas.
El discipulado es una orden de Jesús. De manera que no podremos estar cómodos en tanto desobedezcamos semejante orden. Durante el primer siglo el evangelio se propagó rápidamente, pese a que no existía la radiodifusión, ni televisión, ni comunicación vía satélite. El secreto estaba en quienes nacían de nuevo se multiplicaban sucesivamente. Hoy no se piensa así.
Satanás se preocupa por que los cristianos trabajen fervientemente, pero trata que no se produzcan frutos en discípulos para Jesús. Vivimos en una época de gran actividad y agitación espiritual, pero de escasa cosecha en discípulos.
Dice D. Trotman, el fundador de "Los Navegantes": "Sólo el pecado, la falta de madurez espiritual y de íntima comunión con Dios pueden impedir la multiplicación de discípulos. Nada debe impedir que alguien que ha nacido de nuevo permanezca unido al Señor si tiene padres espirituales que lo cuiden y le suministren el alimento de Dios".
Quiero efectuar dos necesarias aclaraciones:
1.- Hay diferencia de hecho, entre un cristiano y un discípulo. Cristiano es quien habiendo recibido a Cristo por la fe es salvo, tiene vida eterna, Jesús es su Salvador. Discípulo es el cristiano que sigue a Cristo, aprendiz, que vive bajo su señorío y hace de la obediencia un modo de vida; y así discipula a otros.
2.- Hay diferencia entre evangelización y discipulado. Para fines prácticos denominamos evangelización a la primera etapa del discipulado, cuando presentamos y proclamamos a Jesucristo e invitamos a la gente a aceptarlo como Salvador y Señor. Discipulado es, como dijimos al principio, el proceso de enseñanza mediante el cual se imparten conocimientos que permitirán al discípulo vivir en absoluta obediencia al Señor y que lo capacitarán para enseñar a otros y de esta manera multiplicarse.
Por ello, si no estamos haciendo discípulos (aunque evangelicemos) no estamos cumpliendo con la orden del Señor Jesús. Para el Señor y los apóstoles el método era claro; para ganar personas para Cristo, edificarlas en la fe y enviarlas había que cumplir con el ciclo repetidamente: y así sucesivamente para ganar el mundo para Dios.
Deberíamos evaluar todas nuestras actividades para el Señor, para comprobar si estamos ganando personas para Cristo, si las estamos edificando en la fe y las estamos enviando a repetir el proceso. La acción de esta multiplicación constante de discípulos constituye la única manera como la Gran Comisión puede ser cumplida.
Otros ministerios pueden ayudar a este proceso, pero jamás reemplazarlo. De las multitudes que le seguían (Marcos 3:13-15) el Señor llamó algunos a seguirle y ser sus discípulos. Vivió con ellos todos los días en estrecha relación de afecto, dedicando gran parte del tiempo para formarles como hombres de Dios. Con ellos caminaba, comía, predicaba, enseñaba y oraba. De esa manera los formó.
HACER DISCIPULOS
Y así llegamos al aspecto clave del discipulado, la función del que hace discípulos, del maestro. En la tarea de reproducción espiritual se produce un hecho inexorable: reproducimos lo que somos.
Cuando nos ocupamos en hacer discípulos a otras personas les estamos trasmitiendo no sólo lo que sabemos sino también lo que somos. Cuando nos ocupamos en esta tarea se demanda de nosotros una entrega total, mucho amor y oración, que nuestra vida sea un modelo digno de imitar, que seamos maestros bien dotados y con un objetivo claro, y que permanezcamos como fieles discípulos de Jesucristo.
"La iglesia busca mejores métodos, pero Dios demanda mejores hombres". Es verdad que necesitamos conocer métodos y estrategias, pero muchísimo más importante es ser hombres y mujeres conformados a la voluntad de Dios, llenos del Espíritu Santo.
"La mayor amenaza contra el Cristianismo no reside en el comunismo, ni en el ateismo, sino en los mismos cristianos. Me refiero a aquellos cristianos que tratan de escurrirse en el reino de Dios, sin cumplir sus deberes, sin compartir su fe, sin asumir sus responsabilidades".
Marcos 6:45-52
I. JESÚS LLEGA A TIEMPO PARA LOS INDIVIDUOS
Nuestro Señor Jesús siempre llega a tiempo para ayudar y consolar a sus hijos en los momentos más tristes de nuestras vidas.
A. En las pruebas y tribulaciones.
En el Nuevo Testamento tenemos muchos ejemplos, entre ellos:
a) Llegó a tiempo para salvar a sus discípulos de naufragar: Cuando sus discípulos estaban en la barca a punto de naufragar y cuando pensaban lo peor, que ya no se iban a salvar de dicha situación, Jesús llegó a tiempo para calmar dicha tempestad y devolverles la alegría de vivir que ya lo estaban perdiendo. (Marcos 6:47-51).
b) Llegó a tiempo para el paralítico de Betesda: Cuando el paralítico pensó que nunca sería sano debido a que siempre otro le ganaba en entrar primero al estanque cuando era agitado por un ángel, Jesús llegó a tiempo para sanarle de su parálisis y pudiese caminar de nuevo. (Juan 5:1-13).
c) Llegó a tiempo para la viuda de Naín: Cuando la madre desconsolada pensó que había perdido para siempre a su único hijo y lo llevaba a enterrar entre lágrimas y mucho dolor, Jesús llegó a tiempo para devolverle la vida a su hijo y entregárselo nuevamente a ella. (Lucas 7:11-17).
II. JESÚS LLEGA A TIEMPO PARA LAS NACIONES
Jesús llegó a tiempo, irrumpe en la historia humana e introduce un nuevo orden de cosas. Establece un nuevo pacto con el hombre y fija un nuevo sistema social, moral y espiritual para Israel y el mundo gentil. Viviendo una vida ejemplar da un nuevo significado a la ley de Moisés. Eleva la moral a su más alto nivel y exige a los hombres a vivir en ese nivel. Anticipa que los que verán a Dios son aquellos de limpio corazón y declara que el hombre tiene esa posibilidad sólo por el nuevo nacimiento.
A. Jesús llegó a tiempo para Israel.
1. Cuando la tradición había suplantado la Palabra de Dios.Los líderes religiosos de Israel habían añadido sus tradiciones y costumbres y lo habían reemplazado por la Ley dada por Dios a Moisés hace miles de años en el Monte Sinaí, y en abierta rebeldía contra Dios no cumplían con los mandamientos divinos y exigían a los demás a cumplir lo que ellos mismo no lo cumplían. Jesús llegó a tiempo para confrontar a estos religiosos hipócritas y descubrirles ante el pueblo, y predicarles que se tenían que arrepentir de sus pecados y volverse a Dios si querían ser salvos.
“Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: ‘Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.’ Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes.” Marcos 1:5-8.
B. Jesús llegó a tiempo para el mundo gentil.
1. Cuando todos estuvieron extraviados bajo sentencia de condenación.
Jesús llegó a tiempo, no sólo para los judíos, sino también para los gentiles, que igualmente estaban condenados para perderse eternamente, Él vino a predicar las buenas nuevas de salvación, anunciándoles que el reino de Dios se les había acercado y tenían que arrepentirse de sus pecados y creer en el Evangelio para tener libre acceso al Padre a través de Él, que es el único camino para llegar al cielo.
Y esta gran comisión de llegar con el Evangelio de salvación a los gentiles le encargó a sus apóstoles y discípulos, que son la Iglesia de hoy, para que puedan ir por todo el mundo anunciando las buenas nuevas. “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” Mateo 28:18-20.
III. JESÚS LLEGARÁ A TIEMPO EN EL FINAL DE LA HISTORIA
Jesús llegará a tiempo para salvar a la humanidad de su autodestrucción debido a su pecado y rebelión contra Dios y su Palabra. El regresará primero para llevar y rescatar a sus hijos mientras los habitantes de este mundo son probados por siete años con los más grandes juicios que haya experimentado en toda su historia. Y luego regresará a la Tierra con poder y gran gloria, acompañado de sus hijos redimidos y por los ángeles del cielo, para establecer en este mundo su Reino Milenial.
A. Jesús vendrá para recoger a su Iglesia Fiel.
Antes que este mundo sea probado y experimente los más grandes juicios, el Señor Jesús prometió recoger a su pueblo fiel de este mundo, que le espera y ama su venida, para que no pase por la Tribulación de siete años, el mismo Señor Jesús lo describió como el tiempo más terrible y difícil de toda la historia de la humanidad. “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.” Apocalipsis 3:10.
B. Antes que su pueblo Israel sea destruido por sus adversarios.
Por su dureza de corazón al arrepentirse y reconocer a Jesús como su Mesías, el pueblo Israel pasará por la Tribulación, y será engañado por el Anticristo al aceptarle como su verdadero mesías y firmar un pacto de siete años. Pero a la mitad de este período, el Anticristo se sacará la máscara y perseguirá cruelmente a los judíos hasta finalmente reunir a los ejércitos del mundo en Jerusalén y exterminarlos por completo. Cuando esté a punto de lograr su propósito, Jesús regresará con poder y gran gloria a la Tierra y destruirá al Anticristo y a sus ejércitos en la Batalla de Armagedón.
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES... Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.” Apocalipsis 19:11-21.
Reflexión:
Jesús siempre ha llegado y llegará a tiempo. El llega a tiempo para individuos y naciones. El llegó a tiempo para salvarnos del pecado y la condenación eterna. Jesús llega a tiempo en el momento que requerimos su auxilio, en el momento que a él clamamos. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16.
Ante esta seguridad no desesperemos en nuestros momentos más difíciles y sombríos. Él llegará en tiempo y forma para socorrernos. Tanto cristianos como no cristianos debemos estar atentos a lo que dice la Escritura y no a lo que dicen los hombres, porque Dios no retarda su promesa y si bien ha de venir será cuando nuestro Padre lo disponga.
Pero esperémosle con la certeza y seguridad que un día vendrá porque fiel es quien lo prometió, esperémosle cada día, pero conforme a las Sagradas Escrituras porque en ellas Dios nos dice que nadie sabe el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir (Mateo 24:36,42,44,50). Recordemos también que Dios nuestro Padre no retarda su promesa como algunos la tienen por tardanza. (2 Pedro 3:9) Por tanto, exhorto a los cristianos y no cristianos a que crean a Dios y lo que dice su Palabra, que no crean a hombres mentirosos que se atreven a poner fechas a la venida del Señor.
Confiemos en El y esperémosle siempre con esperanza..
Por: Enrique Monterroza*
“Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo”. 1 Reyes 3:26.
Un episodio tenso que pondría a prueba la sabiduría de Salomón, dos mujeres habían tenido hijo cada una, con tres días de diferencia, una de ellas no tuvo cuidado y durmiendo con el bebe se acostó sobre él y lo mató (1 Reyes 3:19), esta rápidamente cambio su hijo muerto por el hijo vivo de la otra mujer. Al despertar en la mañana la mujer de quien era el hijo que estaba vivo se dio cuenta que el niño muerto no era su hijo, cosa que la otra mujer responsable de la muerte no quiso aceptar, por ello fueron llevadas delante de Salomón para que fungiera como juez de esta disputa.
Salomón escuchó la defensa de la verdadera madre, pero la impostora no daba su brazo a torcer y peleaba por la potestad del niño vivo el cual no era su hijo. Salomón lleno de sabiduría mando a traer una espada (1 Reyes 3:24) y para solucionar dicho problema mando a que partiesen el niño en dos para dar una parte a cada madre (1 Reyes 3:25).
Es allí, en esos momentos de peligro para un hijo en donde una verdadera madre se deja ver. Es que la verdad es que una madre tiene un amor único para nosotros los hijos, ellas están dispuestas a todo por amor a nosotros, cosa que muchas veces no vemos y si lo vemos no le damos importancia.
Cada uno de nosotros tenemos una madre la cual Dios nos ha querido dar, algunos hemos tenido la bendición de tenerla a nuestro lado, quizá otros no han tenido ese privilegio, pero igual, Dios cubre ese vacío con su amor eterno hacia nosotros.
El episodio que acá se estaba dando era propicio para ver hasta donde una madre permitiría que su hijo sufriera un percance. Me llama la atención 1 Reyes 3:26, mas que todo la parte que dice: “sus entrañas se le conmovieron por su hijo”.
Esa mujer no pudo resistir el hecho de pensar que su hijo podía morir, prefirió dejar que la otra mujer impostora tomara potestad de su hijo, antes de verlo muerto, fue ahí en donde Salomón descubrió a la verdadera madre, el amor por su hijo la delato.
Definitivamente una madre no puede ver sufrir a su hijo y quedarse como que si nada, ver a un hijo sufrir es como sufrir por sí misma y es porque Dios ha dotado a las madres con un amor que se asemeja a su amor por nosotros, claro está que el amor de Dios sobrepasa todo entendimiento, pero personalmente pienso que el amor de una madre es el que más se asemeja al amor que Dios tiene por nosotros.
Una madre está dispuesta a quitarse el bocado de la boca por dárselo a su hijo, una madre está dispuesta a cubrir a su hijo del frío aún cuando ella se esté muriendo de frío, una madre está dispuesta a correr kilómetros completos para llevar a su hijo a un hospital.
Recuerdo cuando yo tenía 7 años, ese día estábamos todos los niños de la cuadra jugando de noche, yo era el más pequeño de entre ellos, habían algunos que me doblaban la edad, mis dos hermanos mayores jugaban también, eras aproximadamente unos 20 niños jugado en la noche, corriendo por toda la cuadra, el famoso juego de mi tiempo de niñez llamado en mi país con el nombre de: “guilio”.
Recuerdo que por ser el más pequeño en ese entonces me seguían a mí para atraparme, yo corría rápido, pero en esa ocasión me pare sobre una pequeña piedra, me deslicé y caí con mi frente sobre el filo de la acera de una casa. El golpe me dolió, al levantarme note que sentía mojada mi frente, al tocarme con mi mano y luego vérmela vi como había mucha sangre y comencé a llorar a gritos, recuerdo que mi mamá salió a ver porque lloraba y cuando me vio sangrando de mi frente me tomó y a como pudo salió corriendo conmigo hacia el hospital que estaba al otro lado de mi ciudad, no teníamos vehículo en ese entonces, sólo recuerdo que me tomo en sus brazos y sin importar nada salió corriendo mientras me decía que todo iba a estar bien.
Sinceramente me sentí seguro con sus palabras. Ese día me dieron 7 puntadas en mi frente que nunca voy a olvidar y que todavía se me notan. Nunca olvidaré ese detalle que mi mamá tuvo conmigo que no le importó tomarme en sus brazos, correr y atravesarse toda la ciudad para llevarme al hospital.
Así son las mamás, tan especiales, todos tenemos algo que contar de nuestras madres, lastimosamente muchos de nosotros no nos damos cuenta que unos de los mandamientos con promesa es el hecho de honrar a nuestra madre (Efesios 6:2,3).
Amados hermanos, si bien es cierto hay un día específico para celebrar a nuestras madres, pero nosotros como hijos de Dios obedientes a su Palabra tenemos que honrar a nuestro padre y madre cada día de su existencia, puesto que de esta manera nuestros días se alargaran y estaremos haciendo la voluntad de Dios.
Las madres son un regalo de Dios, amémoslas, comprendámoslas, valorémoslas, bendigámoslas y sobre todo aprendamos a disfrutar de su amor incomparable.
Y de la misma manera que las madres aman a sus hijos, así Dios nos ama mucho más, con un amor inmenso, aunque muchos rechazan su amor, él nos quiere cuidar y proteger bajo sus alas, así como la gallina cuida a sus polluelos (Mateo 23:37), no queriendo que nadie se pierda sino que todos procedamos al arrepentimiento y seamos salvos de la condenación eterna. (2 Pedro 3:9).