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29/5/11

¿CÓMO HACER DISCÍPULOS?


Por: Pr. Guillermo Donamaría

"Jesús se acercó y les habló diciendo: toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por lo tanto id, y haced discípulos a todas las naciones…bautizándolos…y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén." Mateo 28:18-20.

Al considerar este tema debemos tener en cuenta dos aspectos importantes:

1. El discipulado y

2. El maestro (el que hace discípulos).

Hay muchas cosas para decir acerca de ambos puntos, pero vamos solamente a considerar algunas fundamentales.

EL DISCIPULADO

Su necesidad aparece señalada en las palabras del Señor Jesucristo arriba citadas. Esencialmente un discípulo cristiano no es una persona que se une a Jesucristo, que se bautiza, decidido a obedecer fielmente al Señor y conocer y cumplir sus mandamientos.

Discipulado es el proceso de la enseñanza mediante el cual se imparten los conocimientos que permitirán al discípulo vivir en absoluta obediencia y que lo capacitarán para que a su vez pueda enseñar a otros.

Tal vez uno de los errores más trágicos para la vida de las iglesias hoy, consista en lograr "convertidos", "participantes de la doctrina".

Presumiblemente nos conformamos con ser "cristianos" y dejemos de lado la tremenda responsabilidad de ser y hacer discípulos. Nuestro Señor resucitado nos encomendó el cumplimiento de esta tarea, y nos proveyó en su Persona tanto el método como el modelo. Jesús afirmó que nada es posible hacer si las personas no cambian, no nacen de nuevo. A esta transformación -que es obra del Espíritu Santo- pueden ser guiadas las que participan del discipulado.

La visión de Jesús acerca de la proclamación de las buenas noticias era de alcance mundial: Id y haced discípulos en todas las naciones. La fórmula de aplicarse correctamente sería revolucionaria, de acción dinámica. La forma griega del pasaje que nos ocupa parecería traducirse así: "estén yendo, bautizando, enseñando, pero haciendo discípulos".

La misión de alcanzar al mundo entero mediante la multiplicación de discípulos no se deduce de un pasaje oscuro del Nuevo Testamento, sino que es el tema que late en sus páginas.

El discipulado es una orden de Jesús. De manera que no podremos estar cómodos en tanto desobedezcamos semejante orden. Durante el primer siglo el evangelio se propagó rápidamente, pese a que no existía la radiodifusión, ni televisión, ni comunicación vía satélite. El secreto estaba en quienes nacían de nuevo se multiplicaban sucesivamente. Hoy no se piensa así.

Satanás se preocupa por que los cristianos trabajen fervientemente, pero trata que no se produzcan frutos en discípulos para Jesús. Vivimos en una época de gran actividad y agitación espiritual, pero de escasa cosecha en discípulos.

Dice D. Trotman, el fundador de "Los Navegantes": "Sólo el pecado, la falta de madurez espiritual y de íntima comunión con Dios pueden impedir la multiplicación de discípulos. Nada debe impedir que alguien que ha nacido de nuevo permanezca unido al Señor si tiene padres espirituales que lo cuiden y le suministren el alimento de Dios".

Quiero efectuar dos necesarias aclaraciones:

1.- Hay diferencia de hecho, entre un cristiano y un discípulo. Cristiano es quien habiendo recibido a Cristo por la fe es salvo, tiene vida eterna, Jesús es su Salvador. Discípulo es el cristiano que sigue a Cristo, aprendiz, que vive bajo su señorío y hace de la obediencia un modo de vida; y así discipula a otros.

2.- Hay diferencia entre evangelización y discipulado. Para fines prácticos denominamos evangelización a la primera etapa del discipulado, cuando presentamos y proclamamos a Jesucristo e invitamos a la gente a aceptarlo como Salvador y Señor. Discipulado es, como dijimos al principio, el proceso de enseñanza mediante el cual se imparten conocimientos que permitirán al discípulo vivir en absoluta obediencia al Señor y que lo capacitarán para enseñar a otros y de esta manera multiplicarse.

Por ello, si no estamos haciendo discípulos (aunque evangelicemos) no estamos cumpliendo con la orden del Señor Jesús. Para el Señor y los apóstoles el método era claro; para ganar personas para Cristo, edificarlas en la fe y enviarlas había que cumplir con el ciclo repetidamente: y así sucesivamente para ganar el mundo para Dios.

Deberíamos evaluar todas nuestras actividades para el Señor, para comprobar si estamos ganando personas para Cristo, si las estamos edificando en la fe y las estamos enviando a repetir el proceso. La acción de esta multiplicación constante de discípulos constituye la única manera como la Gran Comisión puede ser cumplida.

Otros ministerios pueden ayudar a este proceso, pero jamás reemplazarlo. De las multitudes que le seguían (Marcos 3:13-15) el Señor llamó algunos a seguirle y ser sus discípulos. Vivió con ellos todos los días en estrecha relación de afecto, dedicando gran parte del tiempo para formarles como hombres de Dios. Con ellos caminaba, comía, predicaba, enseñaba y oraba. De esa manera los formó.

HACER DISCIPULOS

Y así llegamos al aspecto clave del discipulado, la función del que hace discípulos, del maestro. En la tarea de reproducción espiritual se produce un hecho inexorable: reproducimos lo que somos.

Cuando nos ocupamos en hacer discípulos a otras personas les estamos trasmitiendo no sólo lo que sabemos sino también lo que somos. Cuando nos ocupamos en esta tarea se demanda de nosotros una entrega total, mucho amor y oración, que nuestra vida sea un modelo digno de imitar, que seamos maestros bien dotados y con un objetivo claro, y que permanezcamos como fieles discípulos de Jesucristo.

"La iglesia busca mejores métodos, pero Dios demanda mejores hombres". Es verdad que necesitamos conocer métodos y estrategias, pero muchísimo más importante es ser hombres y mujeres conformados a la voluntad de Dios, llenos del Espíritu Santo.

"La mayor amenaza contra el Cristianismo no reside en el comunismo, ni en el ateismo, sino en los mismos cristianos. Me refiero a aquellos cristianos que tratan de escurrirse en el reino de Dios, sin cumplir sus deberes, sin compartir su fe, sin asumir sus responsabilidades".

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