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25/4/10

TRES GRANDES ETAPAS EN LA VIDA DEL CRISTIANO

Según 1ª de Tesalonicenses Capítulo 1



¿Estás viviendo como hijo de Dios, estas etapas; o estas incompleto?

Pablo enfatiza tres cosas que quiere resaltar en la vida de aquellos que realmente han sido alcanzados por Cristo:

En la lectura que comprende desde el versículo 1, hasta el diez; la idea central que gira en torno a dichos versos la encontramos en el numero tres, y que representan un ejemplo, una exhortación y un verdadero reto, para cumplir nuestra gran encomienda, y nuestra permanencia en la tierra.


Son tres grandes etapas que deben involucrar nuestra vida cristiana:


Conversión, Servicio y Constancia en la espera de Cristo.

I.- ¿Cuál fue la obra de la fe de los Tesalonicenses?

Fue su conversión, fue su arrepentimiento, ese cambio de vida, de conducta, de actitud y obediencia por la fe en aquel que un día prometió que volvería por los suyos.


Fuera de toda religiosidad, de toda idolatría y de toda vanagloria, experimentando un verdadero cambio de vida y mostrándolo con sus hechos.


Porque el mundo tiene su propia religión, tiene sus creencias y tiene sus propios argumentos a través de los cuales defienden su “fe”. Se dicen ser cristianos, y sin embargo no dejan sus prácticas pecaminosas como la idolatría, el engaño, la mentira, el odio aun entre las mismas familias, se difaman y destruyen los unos a los otros sin reflexionar si eso es agradable delante de Dios.


Eso no es ser cristiano, el ser realmente un cristiano, es ser un seguidor de Cristo, es vivir un verdadero cambio de vida, porque la Palabra de Dios dice que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, el creyente en Cristo va a dejar atrás esa vida pecaminosa que antes le caracterizaba, para dar paso a una vida nueva llena del amor de Cristo y que lo va a identificar de los demás.
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Tito 2:12 dice:
"Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente."

II.- Del trabajo de vuestro amor.


Mientras esperamos: Dios quiere que lo hagamos
sirviéndole…

Como hijos de Dios, nuestro deber es vivir sirviendo… la pregunta es…¿A quién estás sirviendo tú? ¿Realmente estás involucrado en el servicio a Dios?

Porque servir al Dios vivo y verdadero significa trabajar en su obra, involucrarse de lleno en el ministerio para el cual Dios le ha llamado, de acuerdo a Efesios 4:11 dice:
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros."

Pero independientemente de esto, Cristo nos da la gran encomienda a todos los cristianos:
"Id, predicar y hacer discípulos." (Mateo 28:19).


Si yo soy convertido, si me he arrepentido verdaderamente de mis pecados y quiero seguir a Cristo, el paso dos es involucrarme en el servicio a Dios, y el de evangelizar y llevar mucho fruto. Y para que ese fruto permanezca, debo discipular también.


¿Qué es ser un discípulo? Persona que recibe las enseñanzas de un maestro.


¿Quién es nuestro Maestro? Cristo.


No podemos poner pretextos que no sabemos como discipular a un nuevo convertido, porque para ello tenemos las Sagradas Escrituras, y por eso nos congregamos como iglesia para aprender a discernir espiritualmente la Bendita Palabra de Dios.


Pero… ¿Cómo puedes ser un buen maestro? ¿Cómo vas a enseñar a vivir lo que se está aprendiendo?

Para que tu enseñanza tenga un verdadero efecto, y que cause impacto en el que aprende; tienes que ser un verdadero ejemplo.


Tienes que mostrar con tu estilo de vida, que en realidad eres a la vez un buen discípulo de Cristo, porque vives conforme a El.


El servir a Dios llena de gozo, y de satisfacción, y lo mejor de todo, es que tiene sus grandes recompensas en esta tierra y aun Más allá: en el cielo.


III.- La constancia en la espera de nuestro Sr. Jesucristo.


¿Cómo preparamos el recibimiento de una gran Personalidad?


Con emotividad, con dinamismo, con alegría, con esperanza.


Y el cristiano además de todas estas; tiene la certeza y la convicción de que su espera es verdadera. Porque con paciencia aguardamos el advenimiento de aquel que un día nos compró con su sangre preciosa y que nos rescató de las llamas del infierno.


La constancia que debe caracterizar al cristiano, se manifiesta en la diaria preparación en santidad, para el glorioso encuentro con Cristo, crucificando la carne, con sus pasiones y deseos, aguardando con paciencia, y perseverando en su fe.


Siempre listos, siempre dispuestos, haciendo arreglos y preparativos para el gran día, y mucho más cuanto vemos que ese día se acerca, porque solo falta ya el sonar de la final trompeta.


¿Cómo te encontrará Cristo? ¿Preparado? ¿Avergonzado?


Hermano (a):
Si tú no estás preparado para el encuentro con tu Señor, es tiempo que te prepares, que hagas hoy una decisión por Cristo. Y que hoy que aun hay esperanza, tomes tu armadura, y te decidas a servir a Cristo el tiempo que nos queda de vida, hay muchas almas rumbo al infierno, y la iglesia de Cristo aun permanece pasiva. No esperemos más y vayamos y llevemos el mensaje de salvación. Recuerda que Dios nos hace responsables por aquellos que tenemos la oportunidad de llevarles el evangelio y no lo hacemos, y si un día mueren sin Cristo, tú y yo seremos culpables.


Amigo (a)
que tienes la oportunidad de leer este mensaje, y no sabes lo que será de tu vida después de tu muerte, no tienes la seguridad de dónde estará tu alma después de tu muerte, Cristo quiere que te prepares, que te asegures de ir al cielo y no al infierno.


Dios dice en su Palabra que solo hay dos lugares después de la muerte: El cielo, y el infierno y toda aquella persona que no tiene a Cristo como su Salvador su fin es el infierno, porque la paga del pecado es la muerte eterna y la sentencia de Dios para la humanidad sin Cristo, es el infierno porque a su presencia no podemos entrar con pecado en nuestra vida. El único que puede quitarnos ese pecado es Cristo Jesús.

Reconoce que eres pecador o pecadora y que necesitas a Cristo como tu único y suficiente Salvador personal, pídele que perdone tus pecados y que venga a reinar en tu vida y así podrás gozar de vida eterna en el cielo.
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Que Dios te bendiga…
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