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PREGUNTA #1:
¿TE CONSIDERAS UNA BUENA PERSONA?
Esto revelará si la persona es soberbia o humilde (recuerda nuestro principio). Si dice que no (lo que es muy poco probable), examínala para saber qué quiere decir con eso. Es muy posible que sólo esté jugando o que se sienta mal por haber hecho algo malo que desilusionó a otra persona (pero no a Dios). A menos que diga “He pecado contra Dios” (Salmo 51), no es humilde. Muchos tienen remordimientos por errores que han cometido y están sufriendo las consecuencias, pero no se han arrepentido delante de Dios.
Puedes esperar que la mayoría te diga: “Soy una muy buena persona”. Eso es el orgullo, la soberbia y la auto-justificación revelándose. Ahora estás listo para usar la Ley para hacerla humilde. Así que, sigue con la segunda pregunta.
PREGUNTA #2:
¿CREES QUE HAS GUARDADO LOS DIEZ MANDAMIENTOS?
Algunos dirán que sí y otros que no. Cualquiera que sea la respuesta, tú debes decirle a la persona: “Consideremos algunos de ellos y veamos. ¿Alguna vez has mentido?”
Algunos dirán que sí, que han mentido. Otros tratarán de justificarse a sí mismos diciendo que sólo eran “mentiritas blancas”. Aun otros tratarán de negarlo totalmente. En el ultimo caso, amablemente presiona: “¿Quieres decir que nunca has dicho una mentira para engañarle a nadie… en toda tu vida?” Quizá te dirá: “Bueno, tal vez cuando era niño”.
Bueno, a Dios no se le olvidan los pecados de nuestro pasado y también la Biblia dice que, “...todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre...” (Apocalipsis 21:8).
Nota: La gente no se enoja sino que se pone sobria. Puede ser que te diga, “Yo no creo en la Biblia”. En este caso, dile, “Yo sé que no la crees”, y sigue testificándole. (¡Por supuesto no cree en la Biblia; es por esto que tú estás testificándole!) Si discute (y puede ser que lo haga) acerca de la Biblia, simplemente dile, “Yo sé que no la crees. Sólo estoy compartiendo contigo lo que la Biblia dice, ¿okay? Sigamos”.
Ahora, quieres seguir llevando a la persona por cuantos mandamientos que puedas. A mí me gusta usar todos los mandamientos que pueda. (Nota: El tercer mandamiento casi siempre afecta a la gente.) Aquí está como yo llevo a una persona a través de cada uno de los Diez Mandamientos.
El Mandamiento #1:
“¿Siempre has puesto a Dios primero en tu vida?” (Probablemente te dirá que no. Si la persona trata de burlarte, simplemente sé directo con ella y no se lo permitas.) Yo explico este mandamiento así: “Dios dice que Él debería ser el principal amor de tu vida. De hecho, Jesús dijo que nuestro amor para con Dios debería ser tan grande que nuestro amor por nuestros padres, hijos, amigos e incluso nuestras propias vidas debería parecer como odio en comparación con nuestro amor para con Dios”. Alguien podría decirte, “No creo en Jesús”. Tu puedes sólo responderles, “Lo sé, sólo te estoy diciendo lo que Él dijo”.
El Mandamiento #2:
“¿Alguna vez te has hecho una imagen?” (Probablemente te dirá que no.) Se lo explico así: “Bueno, ¿has proseguido al dinero más que a Dios? Entonces has hecho del dinero un ídolo. ¿Le has prestado más atención a tu carrera que a Dios? Entonces tu trabajo es un ídolo. Quizás hayas hecho un dios con el cual estás cómodo, ya sea con tus manos o con tu mente. Si tú dices, ‘Mi dios es un dios de amor y nunca enviaría a nadie al infierno. Tienes razón. Tu dios no enviaría a nadie al infierno porque no puede—tu dios no existe. Él es un producto de tu imaginación y eso se llama idolatría. Es el pecado más antiguo en la Biblia y Dios advierte que los idólatras “no heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9).
El Mandamiento #3:
“¿Alguna vez has tomado el nombre de Dios en vano?” (Recuerda, algunos tratarán de burlarte, simplemente presiona un poco: “¿Quieres decir que nunca has usado Su nombre para expresar enojo o angustia?”) Una vez que confiese que ha tomado el nombre de Dios en vano, dile: “Entonces, en vez de usar otra palabra de maldición para expresar disgusto, has tomado el nombre de Aquel que te dio vida, aliento y todo lo que es preciado para ti, y lo has tirado al lodo. ¡Imagina! La gente ni siquiera usa el nombre de Hitler ni el de Sadam Hussein para jurar y, ¿tú usas el nombre del Dios Todopoderoso así? Eso se llama blasfemia y Dios promete que ‘no dará por inocente al que tomare Su nombre en vano’ (Éxodo 20:7)”.
Nota: En este momento, deberías empezar a observar algo. La persona puede empezar a callarse (cierra su boca ante la Ley, Romanos 3.19) o quizá se empiece a agitar. Fíjate en su lenguaje corporal. A menudo, en este momento las personas revelan cómo se sienten; puede ser que tiemblan o que sus ojos se ven húmedos. Eso es bueno. Continúa con los mandamientos. Si alguien se pone muy “bocón” y te falta el respeto, usa todos los mandamientos que puedas para cerrar su boca con la Ley.
El Mandamiento #4:
“¿Has guardado el día de reposo?” Se lo explico así: “Dios requiere un día de cada siete y has fallado en darle lo que exige. ¿Puedo preguntarte cuántas veces has fallado en inclinar tu cabeza antes de comer y agradecer a Dios por la comida que Él te ha provisto? ¿Cuántas miles de veces has simplemente ingerido la comida sin agradecer al Proveedor?”
El Mandamiento #5:
“¿Has tratado siempre a tus padres de una manera agradable a Dios?” La explicación: “Dios no olvida los pecados de nuestra juventud. La Biblia dice que la rebeldía es como el pecado de la brujería (1 Samuel 15.23)”.
El Mandamiento #6:
“¿Alguna vez has matado a alguien?” (Con alivio, normalmente la persona dice que no.) “Es bueno saberlo pero, ¿alguna vez has llamado a alguien ‘tonto’, ‘estúpido’ o ‘infeliz’? La Biblia dice que si te enojas contra alguien (si lo aborreces) sin causa, has cometido homicidio en tu corazón (Mateo 5.22; 1Juan 3.15). Esto es porque Dios no simplemente juzga nuestras acciones sino también nuestros pensamientos”.
El Mandamiento #7:
“¿Alguna vez has cometido adulterio?” (Otra vez, la mayoría negará haber hecho esto.) Le explico este mandamiento de esta manera: “¿Alguna vez has mirado a alguien con lujuria en tu corazón—con deseo sexual? Jesús dijo que si miras a otra persona para codiciarla, ya adulteró con ella en tu corazón (Mateo 5.28). Jesús no sólo juzga las acciones, sino que también nos juzga los pensamientos”.
El Mandamiento #8:
“¿Alguna vez has robado algo?” (Muchos dirán que no.) Sigo explicándoselo: “¿Te has llevado algo—lo que sea, sin importar su valor—que no era el tuyo? Sé honesto delante de Dios.” (Si dice, “Sí, cuando era niño”, recuérdale que Dios no olvida los pecados de nuestra niñez ni los de nuestra juventud.) “Así que, Dios te ve como un ladrón.”
El Mandamiento #9:
“¿Alguna vez has mentido?” Ya hemos visto este mandamiento anteriormente.
El Mandamiento #10:
“¿Alguna vez has deseado/codiciado algo que no te pertenecía?” (Al llegar aquí, la Ley probablemente ya ha hecho su obra de cerrarle la boca a la persona, entonces no tendrás que pasar mucho tiempo explicándole este mandamiento.) Yo le diría algo así: “Esta es la última moneda del cofre… ¿Quién no ha deseado algo de otra persona?”
PREGUNTA #3:
¿SERÁS HALLADO INOCENTE O CULPABLE?
Digo algo así: “La Biblia dice que un día de estos vas a morir y serás juzgado por el Señor (Hebreos 9:27). En aquel tiempo, Él te juzgará por cada pensamiento, palabra y hecho (Romanos 2). En aquel día, ¿serás hallado inocente o culpable delante de Dios?”
Si la persona no ha empezado a dudar, incomodarse o burlarte, lo hará ahora porque ya percibe hacia dónde quieres ir. La mayoría dirá “inocente”, pero necesita confesar su culpa. Aquí está cómo puedes ayudarle a alguien hacer esto.
La persona dirá algo como: “Pero, yo soy una buena persona”. Tú le contestas: “Acabas de confesar que has violado Sus mandamientos. ¿Serás inocente o culpable?”
Muchos tienden a sostener su propia bondad: “Pero no he hecho esas cosas desde hace tiempo”. Contestas: “Intenta eso en una corte de justicia. ‘Juez, sé que soy culpable pero eso fue hace años.’ A él no le importará. Un buen juez te castigará sin importar cuánto tiempo ha pasado. Castigan a los criminales de guerra por delitos que cometieron hace décadas. Dios no olvida nuestros pecados y el tiempo no los perdona. Entonces, ¿inocente o culpable?”
Si todavía proclama su inocencia, intenta esto: “Digamos que colocamos en tu cerebro un chip de alta tecnología que graba cada uno de tus pensamientos, palabras y hechos. Digamos que te lo grabamos todo por un mes. Luego, llamamos a tus amigos y a tu familia, y les proyectamos en una gran pantalla lo que ese chip grabó. Eso es exactamente lo que Dios va a hacer con toda tu vida. Todos tus pensamientos van a ser revelados ante Él. Estás en graves problemas.”
Ahora, si alguien está realmente molesto y retador, eso puede ser muy bueno porque quizá sea una indicación de que la persona está asustada. (Piénsalo así: Lanza una piedra hacia un grupo de perros y el que ladra más duro es el que pegaste.) Lo ideal es que la persona te confiese su culpabilidad, pero si simplemente no se rinde, en algún momento tendrás que decirle, “Oye, estás dando vueltas sobre lo mismo, y si escucharas la voz de tu conciencia y fueras honesto, sabrías que eres culpable ante Dios. Además, esto es lo que la Biblia dice y si te llamas inocente estás llamando mentiroso a Dios”.
La mayoría dirá de mala gana algo como: “Bueno, es que no creo en Dios pero, sí, sería culpable”.
No pases a la cuarta pregunta hasta que la persona confiese su culpabilidad (o, como en el caso peor, que tú la confiesas por ella). De todos modos, cuando el asunto de la culpabilidad ya está establecido, sigue con la cuarta pregunta.
PREGUNTA #4:
¿IRÁS AL CIELO O AL INFIERNO?
“Si eres culpable ante Dios, ¿debería Él mandarte al cielo o al infierno?” Con esta pregunta, ¡que los juegos empiecen! Algunos dirán que al infierno, pero la mayoría dirá que al cielo. Entonces, obtendrás las mismas excusas que en el paso tres, o de repente descubrirás que la persona conoce más de lo que ha revelado hasta ahora. La siguiente es una típica conversación.
“Voy a ir al cielo.”
“¿De verdad? ¿Por qué?”
“Porque Dios perdona.”
“¿Y cómo funciona eso?”
(Aquí es donde las cosas pueden nublarse mucho si no estás totalmente concentrado. Casi todos han escuchado que Dios los ama o que Dios los perdonará, pero no tienen ninguna idea de cómo recibir ese perdón. De nuevo, cuando estás testificando a alguien que asiste a una iglesia, necesitas concentrarte bien, ya que son de los más duros a que vas a testificar. Han sido inmunizados al pecado. La “gracia” que han recibido les ha reducido su capacidad de reconocer su pecado.)
“Dios es perdonador.”
“Entonces, ¿me estás diciendo que Dios simplemente va a permitir que cada violador, asesino, mentiroso y fornicario entre en el cielo porque Él es perdonador?”
“Tienes que pedirle el perdón.”
“Entonces, ¿si simplemente digo ‘Lo siento’ y pido el perdón a Dios, Él va a decir ‘Ay, no te preocupes, no me importa que me hayas ofendido con tus pensamientos, palabras y hechos. ¿Qué estaba Yo pensando? Disculpa. ¡Entra en el cielo!’? ¡Jamás! Eso no funcionaría con un juez aquí en la tierra y no funcionará con Dios. Deberías sentirlo, claro. Haz violado la Ley de Dios y por esto la justicia tiene que ser satisfecha.”
Esta parte de la plática podría extenderse eternamente, así que en algún momento tienes que presionar el asunto. Si la persona se continúa resistiendo, eso es bueno porque está sintiendo la convicción de su pecado. Sin embargo, tú tienes que obtener de ella una confesión de que su destino es el infierno. De nuevo, si esa persona asiste a una iglesia, dirá cosas como “Pero, ¡fui confirmado!” o “¡Ya oré la oración!”. Si estás testificando a ese tipo de persona, puede que necesites alguno de los métodos en la sección más adelante bajo el título “El cristiano inmunizado”. Después, regresa a este cuarto paso y el asunto del su destino eterno.
Cuando la persona finalmente confiese (o cuando tienes que informarle—que debe ser el último recurso) que Dios debe mandarla al infierno, entonces continúa.
PREGUNTA #5:
¿TE PREOCUPA QUE VAS A IR AL INFIERNO?
Tienes que hacerle esta pregunta. Esto revelará si la persona tiene interés en oír las Buenas Nuevas del evangelio o no.
Si un hombre o una mujer no se preocupa por el hecho de que va a ir al infierno, no tendrá ningún interés en las Buenas Nuevas. Aun más que esto, es muy posible que se mofará de las Buenas Nuevas. Se reirá de la solución porque no cree que tiene un problema.
Si la persona no expresa ninguna preocupación, no nos alejamos dejándola en su condición actual. Tenemos que pasar el tiempo necesario con ella para enseñarle acerca de la teología del infierno para tratar de despertarla.
“¿Sabes cómo es el infierno? Es un lugar de llanto y crujir de dientes, de sed sin fin y de dolor intolerable. No tiene ni piso ni fundamento (siempre tendrás la sensación de estar cayendo). Está sumamente caliente y oscuro, y durará para siempre.”
Sigue explicándoselo: “Entonces, ahora sabes que eres un enemigo de Dios en tu mente y a través de tus malas obras (Colosenses 1:21), y que Su ira está sobre ti (Juan 3:36). La Biblia dice que “horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo” (Hebreos 10:31) y que Él va a derramar Su enojo y Su ira sobre ti. ¿No entiendes que habrá tribulación y angustia para ti en aquel día? ¿No te preocupa esto?”
En este momento, tienes que usar mucho discernimiento. Si la persona dice que no, que no se preocupa, presiónale: “¿De veras? ¿No tienes miedo de Dios? ¿Tienes alguna idea de lo que estás haciendo? Te pregunto de nuevo: ¿No te preocupa esto?” Si dice que no, pero físicamente está llorando o temblando, si ha bajado la cabeza o si está visiblemente más humilde que antes, puedes moverte hacia las Buenas Nuevas. ¡Pero no antes! ¿Por qué es que este asunto es tan importante?
1. Es bíblico. Mateo 7:6 dice;
“No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen”. ¿Quiénes son los perros y los cerdos? La Biblia de Estudio de Ginebra dice: “Los enemigos soberbios y tercos del Evangelio no son dignos que se les predique dicho Evangelio”.
El discernimiento es crucial en este momento. No debemos ser tan prontos a tildarle a cada persona que muestra un poco de resistencia como un “perro” o un “cerdo”. Sin embargo, hemos de estar dispuestos a retener las cosas santas cuando la gente es antagonista, soberbia, terca, dura, irrazonable u hostil. Recuerda, Jesús retuvo las Buenas Nuevas al hombre principal en Lucas 18 porque quería justificarse a sí mismo.
La meta aquí es doble:
• Protegerte a ti mismo (“...no sea que... se vuelvan y os despedacen”).
• No permitir que las perlas (en este instante se refiere a la muerte de Jesús en la cruz) sean pisoteadas, mofadas o escarnecidas.
Aunque es nuestro deseo predicar el Evangelio a cada persona, la realidad es que vamos a toparnos con verdaderos enemigos de la cruz. Ellos son escarnecedores y debes retener las maravillosas noticias de la salvación... pero sólo después de esforzarte a razonar con la persona acerca del pecado, de la justicia y del juicio que está por venir. Debes estar dispuesto a dejar que una persona se te vaya triste después de haberle hablado acerca de qué tan razonable es el asunto de su pecado, la justicia de Dios y juicio venidero.
2. Tiene sentido. Si el rebelde no demuestra ninguna indicación de remordimiento o temor por haber violado las leyes del Rey, ¿por qué querrás contarle acerca de la misericordia del Rey?
Piensa en este ejemplo. Un hombre le es infiel a su esposa y comete adulterio. Ella se le acerca con un deseo de perdonarle, pero su marido le dice, “No me importan para nada las consecuencias de mis acciones. No quiero estar contigo”. ¿Será que su esposa todavía va a querer ofrecerle el perdón? Yo no creo que sí. Él no ha entendido ni su culpabilidad y ni su necesidad de recibir el perdón. Así que, ofrecérselo no tendría sentido. Además, es muy probable que él se mofaría de ella por haberle ofrecido un trato tan benigno. ¡Imagina eso! Una esposa inocente, benigna y clemente le ofrece el perdón, y en cambio su marido se mofa de ella. Imagínate un Dios santo, benigno y misericordioso ofreciendo el perdón sólo para que se mofen de Él.
Es por esto que tenemos que tener mucho cuidado en este momento del encuentro con el inconverso. Queremos hallar el buen equilibrio entre ofrecerle la gracia al humilde y retener las Buenas Nuevas hasta que la persona esté abierta, humilde o silenciosa.
Si la persona no te parece preocupada o si no te confiesa su preocupación (o aun si ya está molesta o enojada), has llegado a un punto donde tendrás que decir, “Realmente siento escuchar eso. Oraré que entres en razón. Si piensas acerca de esto y cambias de opinión, o si te das cuenta de que vas a ser juzgado, puedes llamarme y podremos hablar más. O por favor busca una Biblia y lee el Evangelio Según San Juan”.
Ahora, si la persona confiesa su temor con su boca (o aun si dice que no está preocupada pero su comportamiento dice lo contrario), tienes el placer glorioso de compartir con ella la Buenas Nuevas. Aquí tienes algunas “líneas” que he hallado efectivas.
Continúa: Munual para Testificar (V)