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9/1/11

MANUAL PARA TESTIFICAR (V)

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LAS BUENAS NUEVAS

“¿Qué sabes acerca de la Semana Santa y la Pascua? Hace dos mil años, Jesucristo—Dios mismo tomó la forma de un ser humano y vino a esta tierra, nacido de una virgen. Fue golpeado y crucificado brutalmente. Déjame explicarte lo que pasó.

“Cuando azotaron a Jesús, usaron látigos hechos de tiras de cuero con vidrios quebrados, trozos de cerámica y clavos atados en los extremos. Él fue azotado al menos 39 veces. Mucha gente moriría de tal azote porque la piel, los músculos y los tendones fueron tan lastimados que sus órganos se le salían del cuerpo. Pero Jesús sobrevivió y entonces fue crucificado en una cruz donde murió de asfixia. Después, Él resucitó al tercer día venciendo a la muerte. Jesús hizo todo esto porque la Biblia dice que no hay perdón sin el derramamiento de sangre. Jesús entregó Su propia sangre para que tus pecados puedan ser perdonados.

Es así de sencillo: Tú violaste la Ley y Jesús pagó la multa.

“La gran pregunta es entonces, ¿cómo haces para recibir ese perdón?”

La mayoría dirá “orar” o “ir a confesarse”. Toma el tiempo necesario para explicarle este asunto a fondo. Aquí está cómo yo lo hago:

“Dios manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan. Para arrepentirse tienes que dejar de hacer lo que estás haciendo, reconocer que es horriblemente malo, confesar tus pecados a Dios, pedirle perdón por ellos, apartarse de los mismos y poner su confianza (su fe) en el Señor Jesucristo. No es suficiente con sólo escuchar esto y decir ‘ya lo entiendo; creo en eso’. Aun los demonios creen y tiemblan. El mero asentimiento mental no te salva. Tienes que arrepentirte y poner toda tu confianza en Jesucristo.

“Imagina que estás en un avión y entonces el piloto hace un anuncio: ‘Señoras y señores, puedo tener su atención, por favor? En este momento, estamos volando a diez kilómetros de altura. Desafortunadamente, tengo malas noticias: Las dos turbinas de este avión han fallado. Vamos a estrellar en unos pocos minutos. De pronto, encontrarás un paracaídas debajo tu asiento. Gracias por volar con nosotros y que tengas un buen día’.

“¿Qué harías? ¿Simplemente te sentarías allí creyendo en el paracaídas? ¿Esperaría hasta el domingo y simplemente adorarías al paracaídas? ¡No! Te pondrías el paracaídas porque es tu única esperanza—tu única salvación. Esto es exactamente lo que la Biblia dice acerca de Jesús. Tienes que “vestirte del Señor Jesucristo” (Romanos 13:14). Esto es como lo haces: Busca un lugar tranquilo, arrodíllate y derrama tu corazón a Dios. Confiesa tus pecados, uno por uno. Dile que lo sientes y pídele perdón. Entonces, pon tu confianza (tu fe) en Jesucristo. Él te perdonará y te limpiará. Si haces esto, serás trasladado de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida.”

LA ORACIÓN

Como regla, yo no guío a nadie en “la oración del pecador”. No es bíblico—la Biblia nunca nos manda que lo hagamos. Si alguien que conoces comete adulterio contra su esposa, ¿lo guiarías a donde su esposa para decirle a tu amigo: "Repite después de mi: Lo siento mucho, nunca debí dormir con esa mujer"? Nunca harías tal cosa y no deberías hacerlo con un pecador.

Si alguien te dice que quiere orar en ese momento, puedes decirle: "Ora tú y luego yo oraré por ti”. No obstante, no es muy probable que la persona va a querer orar contigo porque es algo sumamente personal entre él y Dios. Piénsalo. ¿Querrías que alguien estuviera escuchando tu confesión ante Dios?

En cualquier caso, no le des a la persona la seguridad de que ya es salva—que ya tiene la salvación. Esta es obra del Espíritu Santo. Dile que lea su Biblia y que obedezca lo que lee. Con el paso de tiempo su conversión se revelará, si fue verdadera o falsa. La teología tiene que guiar nuestra metodología. Si Dios salva a alguien, Él no necesita de nuestra ayuda para “cerrar el asunto”.

LA APOLOGÉTICA

¿Qué pasa con la apologética (la defensa de nuestra fe)? ¿Deberías tratar de probar que Dios existe, refutar la evolución o mostrar que Biblia es confiable? Sí y no.

Si una persona sólo quiere discutir y pelear, no. Supongamos que estás casado. Cuando tú y tu cónyuge tienen una pelea y él o ella se acerca, tú sabes si viene con el deseo de hablar y razonar, o si sólo quiere seguir peleando. Si la persona a la cual estás testificando sólo quiere discutir, la apologética no sirve. Sin embargo, si la Ley ha suavizado su corazón y esa persona tiene un pregunta sincera, entonces (y sólo entonces), puedes contestarle con la apologética. De lo contrario,
apégate a la Ley.

Puede ser que, para ser razonable con la persona, tengas que responder a algunas preguntas que te hace—aun preguntas que te hace sólo con la intención de despistarte. Sin embargo, recuerda que no estás tratando de salvar esa persona con tus razonamientos. Estás tratando de ayudarle a entender el pecado, la justicia y el juicio por venir.

LA PREDICACIÓN DEL FUEGO DEL INFIERNO

En este momento, quizá estás pensando: “¿No es todo esto la predicación del fuego del infierno?” Escucha lo que Ray Comfort dice: Ahora santos, no estoy hablando de predicar sólo el fuego del infierno. Una predicación centrada en el fuego del infierno produce convertidos llenos de miedo. El uso de la Ley de Dios produce convertidos llenos de lágrimas. El primero viene porque quiere escapar del fuego del infierno. Pero en su corazón, cree que Dios es duro e injusto, porque la Ley no se ha usado para mostrarle la naturaleza extremadamente pecaminosa del pecado. Él no ve el infierno como su justo merecido— que él merece el infierno. Por lo tanto, no entiende ni la misericordia ni la gracia; y por esto, también le falta gratitud a Dios por Su misericordia. Y la gratitud es la motivación principal para el evangelismo. No habrá celo por evangelizar en el corazón de un falso convertido.

Pero el segundo viene sabiendo que ha pecado contra el cielo. Sabe que el ojo de Dios está en todo lugar contemplando lo bueno y lo malo, y que Dios ha visto la oscuridad así como si fuera la luz. Ha visto sus pensamientos. Si Dios, en Su santidad en el día de la ira, hiciera manifiestos los pecados secretos de su corazón, todas sus obras hechas en la oscuridad, si mostrara toda la evidencia de su culpa, Dios podría tomarlo como una cosa inmunda y lanzarlo al infierno, haciendo lo que es justo. Pero en vez de darle justicia, le ha dado misericordia. Dios ha mostrado Su amor para con él en que mientras aún era un pecador, Cristo murió por él. Él entonces cae de rodillas ante esa cruz manchada de sangre, y dice: “Oh Dios, si has hecho eso por mí, haré lo que sea por ti. Me deleito en hacer tu voluntad, oh, mi Dios. Tu Ley está escrita en mi corazón”.

Es como el hombre que sabe que tiene que atravesar la puerta de un avión a diez kilómetros de altura y enfrentar la consecuencia de violar la ley de la gravedad; él nunca se quitaría su paracaídas porque su misma vida depende de él. De igual manera, el que viene al Salvador, sabiendo que tiene que enfrentarse con un Dios santo en el día de la ira, nunca abandonará la justicia de Dios en Cristo, porque su misma vida depende de ello.

Me gusta ponerlo de esta manera a la persona a que estoy testificando: “Si alguien te diera un paracaídas para salvarte de una muerte segura, no pasarías toda tu vida con miedo de la muerte que has evitado. Pasarías tu vida agradecido hacia aquel que te dio el paracaídas. No creas en Dios sólo para evitar el infierno. Arrepiéntete y pon tu confianza (tu fe) en el Señor Jesucristo porque Él te ama tanto que dio Su vida de manera que tú y yo no tengamos que pasar la eternidad en el lago de fuego”.

EL TONO

Es imperativo que ruegues a Dios por el espíritu correcto—un buen tono y una actitud correcta—en un encuentro para testificar. En general, creo que tu actitud debería ser de compasión mezclada con alarma (inquietud y urgencia). Sé agresivo si es necesario pero no enojado ni gritando. Tu tono debería ser más como un ruego con preocupación. Tendrás mucha libertad para hablar con denuedo si estás preocupado y no enojado. Tu actitud debería ser así: “No sabes con lo que te enfrentas aquí. Dios no te necesita, tú necesitas a Dios”.

PRACTICAR

Puede que estés leyendo esto y pensando que nunca podrías recordarlo todo. No tienes que recordarlo todo. Sólo empieza memorizando las cinco preguntas y luego practica con un amigo. Así es… busca a un amigo y jueguen los roles. Te asombrará la consistencia de los encuentros para testificar. Empieza practicando y al poco tiempo lo tendrás todo asimilado. Empieza lento y practica, practica, practica. Luego, busca a un pecador y te irá muy bien.