Marcos 10:29 y 30: “Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.”
El predicar el evangelio, es el tema principal de la Biblia, porque el tema central de la misma, es Cristo.
Hermanos, hermanas, a la verdad, hemos vivido hasta hoy vidas muy cómodas en nuestra vida cristiana, porque ciertamente nosotros ya hemos conocido el evangelio, ya hemos sido alcanzados por esas gloriosas noticias de salvación en Cristo Jesús, y quizás por ese mismo hecho, nos hemos olvidado de la razón principal por la que hemos sido llamados: A PREDICAR EL EVANGELIO.
2 de Reyes 7:9 “Luego se dijeron el uno al otro: “no estamos haciendo bien. Hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos; y si esperamos hasta el amanecer, nos alcanzará nuestra maldad.”
Afuera, en el mundo, hay gente muriendo a causa de la lepra, (pecado), hay gente muriendo de hambre y sed, (sedientos y hambrientos de escuchar del evangelio), y sin embargo, van al infierno porque nosotros no estamos haciendo lo que nos corresponde…
¿Qué decisión tomaremos?
¿Vamos a ignorar que Satanás está sometiendo al mundo bajo prisiones, bajo cadenas de pecado, y destruyéndolo poco a poco, arrastrándolo cada vez más y haciéndoles caer en trampas y artimañas del error en manos de aquellos mentirosos, que seductoramente les atraen predicándoles un evangelio falso, un evangelio cómodo, en donde se les hace creer que “el vivir la vida en Cristo” es vivir exactamente como el mundo vive, con el mismo desenfreno y conducta pecaminosa que los incrédulos practican, con la diferencia según ellos; que el único interés de Dios es el corazón de la humanidad, pero que jamás les hacen ver bíblicamente, y bajo los Principios Fundamentales de Dios, que todo aquel que quiera seguir y servir a Cristo verdaderamente, tendrá que mostrarlo con un arrepentimiento sincero, y un cambio de vida total.
¿Vamos a preferir también hacerles saber que nosotros tenemos el remedio para su mal, que tenemos la solución a todos sus problemas, y que es Cristo Jesús el único que puede salvarles?
¿Porqué no tomar un poquito de conciencia, y tener temor de que si no cumplimos el mandato de Dios, un día nos alcanzará nuestra maldad?
¿Cuándo es el tiempo? El tiempo es AHORA…
Es ahora que tenemos vida.
Es ahora que tenemos salud.
Es ahora que debemos ir y dar las buenas noticias a todo el mundo. Porque después, quizás sea demasiado tarde.
Nota: Dios tiene como principal objetivo: La salvación del mundo, y ésta solo puede suscitarse a través del sacrificio de Cristo en la cruz. No hay otra manera, no hay otro camino, por ello su interés primordial es que se predique, para que TODOS oigan el evangelio…
¿Y usted?... ¿Cuál es su principal interés como creyente, y como hijo de Dios?...
Por si pretendemos ignorar la gran encomienda de parte de Dios, mediante este Acróstico, nos puede ser de mucha bendición y exhortación, para ir y cumplir con el mandato de Dios, si es que no lo estamos haciendo:
E: Escudriñar.- Debemos estudiar y analizar en las Escrituras acerca del evangelio y lo que contiene. "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí." Juan 5:39
V: Vivificar.- El evangelio de Cristo, da vida, es un evangelio que da paz, y no como la del mundo, tampoco nos ofrece una vida superficial o efímera, sino que es real y duradera por los siglos de los siglos. Hebreos 4:12.
A: Aprobado.- Es un evangelio aprobado totalmente por Dios, el evangelio que nosotros como fundamentalistas llevamos, es basado enteramente en la Santa Palabra de Dios, no quitamos, no añadimos y Dios nos lo ha dado para ir y compartirlo conforme a su Principios. 2 Timoteo 2:15.
N: Noticias.- Seamos consientes que la mejor noticia que podemos ofrecer al mundo, es que pueda oír sobre el evangelio de Cristo. 2a de Reyes 7:9; Isaias 52:7.
G: Gozo.- El poder compartir estas buenas nuevas, trae consigo gozo, tanto para el creyente, como para aquel que oye, y que presta atención para salvación. Nehemias 8:10; Mateo 28:8.
E: Esperanza.- Esta es segura, es firme, es de aliento verdadero para querer seguir en la vida cristiana, es la plena confianza que al haber creído en Cristo, nos espera vida eterna en el cielo. Colosenses 1:23; 1 Pedro 1:13.
L: Luz.- el evangelio para el creyente significa el estar viviendo en luz, el haber dejado ese mundo de sombras o de tinieblas en el que antes nos tenía presos Satanás. Y gracias a Dios porque la luz de su evangelio ha resplandecido en nuestras vidas, y quiere resplandecer en los corazones de toda la humanidad. Mateo 4:16; Lucas 1:79; Juan 1:8; 3:19; 8:12.
I: Inescrutable (Incalculable).- Tenemos en el evangelio de Cristo, incalculables riquezas espirituales para nosotros como creyentes, y para contar a aquellos que aún no conocen de la salvación en Cristo. Porque nosotros mismos podemos ser testimonio de lo que Cristo ha hecho en nuestras vidas. Job 5:19; Romanos 11:33; Efesios 3:8.
O: Obediencia.- Algo que debemos hacer y no desechar, debemos ser humildes y obedientes, delante de Dios, vayamos a predicar el glorioso evangelio de aquel que también a nosotros nos ha alcanzado. Romanos 10:16.
Dios les bendiga grandemente y que la presente reflexión nos estimule y nos sensibilice, para compartir el evangelio a todas aquellas personas que no conocen a Cristo.
En este articulo, queremos compartir lo que Dios dice en la Biblia acerca de Su obra en las personas de este mundo para su salvación.
La obra de Cristo por y para todos:
1. Dios no quiere que ninguno (ni uno) perezca (2 Pedro 3:9)
2. Dios quiere que todos (sin límite: todos son todos) sean salvos (1 Timoteo 2:3-4).
3. Por esto y para este fin, Cristo murió por todos (Juan 3:16; 1 Juan 2:2; Hebreos 2:9).
La obra de Dios en mundo (en todos): Debido a la obra de Cristo por todos, Dios hace algo en y para todos…
4. El Espiritu Santo convence a todo el mundo de pecado, de justicia y del juicio por venir (Juan 16:8).
5. El Padre atrae a todos a Cristo (Juan 6:44).
6. Cristo atrae a todos a Sí mismo (Juan 12:32).
La obra de Dios en cada individuo:
7. Dios usa la predicación de la ley moral (por medio de la conciencia de uno - Romanos 2:14-16 - y por medio de la predicación de la misma - Romanos 3:19-20) para darle al individuo el conocimiento de sus pecados personales con su Creador.
8. Dios usa este conocimiento del pecado (por la ley) para producir en el individuo el temor de Dios y del juicio (como en Éxodo 20:18-20, donde lo que produjo el temor fue la ley: Éxodo 20:1-17). La ley hace que el juicio de Dios sea razonable.
9. Dios usa el conocimiento del pecado y el temor de Dios para guiar al pecador al arrepentimiento. O sea, con el conocimiento de pecado, uno comprende que Dios es Bueno pero que él (el pecador) es malo y que ha ofendido gravemente a Dios. Esto quebranta su corazón y al pecador viene una tristeza, temor y reverencia a Dios. Es decir que la tristeza lo guía al arrepentimiento para salvación (2 Corintios 7:10; Gálatas 3:24). Al comprender la ley moral, el pecador comprende que realmente merece el castigo eterno por haber roto una ley de valor eterno. Pero al ver la benignidad de Dios en la obra de Cristo y comprender que quiere salvarlo, ello le guía al arrepentimiento (Romanos 2:4).
10. Pero la ley son las “malas noticias” del pecado. El evangelio es las “buenas nuevas” de salvación en Cristo. La Biblia dice que cuando el pecador oye la predicación del evangelio (Romanos 10:13-16), en ese mismo momento de oír, Dios le da suficiente fe para ser salvo (lo hace sin acepción de personas; Él les da a todos los que oyen el evangelio suficiente fe para ser salvos; Romanos 10:17). Lo que uno hace con esta fe (si la pone en Jesucristo para salvarlo o se decide no hacer nada) depende de la persona, pero Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34; Lucas 11:10).
La responsabilidad de cada individuo:
11. Dios manda a todos los pecadores en todo el mundo que se arrepientan (Hechos 17:30-31), entonces es la responsabilidad de cada individuo responder a este llamado con una decisión por su propio libre albedrío (su propia voluntad) y arrepentirse de sus pecados.
12. Con su corazón no regenerado, el pecador no regenerado puede responderle a Dios creyendo en Jesucristo para la salvación. Entonces, creer con el corazón sucede antes de la salvación; es una condición que Dios pone delante de todos los pecadores (Romanos 10:9-13).
13. La conversión: Lo anterior (arrepentimiento y fe; o sea, “creer en el Señor Jesucristo”) se llama “conversión” en la Biblia porque el pecador se convierte “de los idolos a Dios” (1 Tesalonicenses 1:9). Es algo que el hombre hace, respondiendo a la obra que Dios hace en su vida por medio de la predicación bíblica del evangelio. Con la conversión, el hombre decide dejar lo pecaminoso y se vuelve al Dios vivo para servirle.
14. El pecador, entonces, oye el evangelio primero y luego cree (arrepentimiento y fe; la “conversión”). Después de esto, él recibe el Espíritu Santo, Quien lo regenera (Efesios 1:13-14; Tito 3:5). Para nacer de nuevo como un hijo de Dios (o sea, para recibir la regeneración, la nueva vida espiritual, de parte de Dios) uno tiene que creer primero (Juan 1:12-13).
15. El creyente es salvo por fe, no por obras (Efesios 2:8-9).
La siguiente imagen explica un poco más el esquema de los cuatro puntos:
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"Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa. Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros. Decid a Arquipo: Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor. La salutación de mi propia mano, de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La gracia sea con vosotros. Amén." Colosenses 4:15-18.
Un ministerio, es un trabajo en la obra del Señor.
Arquipo era un misionero, un evangelista al servicio de Dios, pero quizás no estaba cumpliendo del todo, por ello el encargo de Pablo.
Hermano, hermana, quizás también nosotros estamos como Arquipo, hay tal vez una o más áreas en nuestra vida, en las cuales le estamos fallando al Señor, Dios lo sabe y nosotros también. Y él en su Palabra nos exhorta a cumplir con nuestro ministerio.
Por ello es importante identificar el ministerio por el cual Dios nos ha llamado; pero no debemos ignorar, que la encomienda para todo cristiano es ir y predicar el evangelio, porque independientemente de ser llamado a prepararte en una Escuela Bíblica, Dios te ha llamado a servirle llevando las buenas nuevas. Y cuando Dios nos llama, él también nos dice para qué nos llamó. Éxodo 3:4 y Efesios 4:7-12.
Cuando aún no hemos identificado nuestro ministerio, no podremos cumplir del todo porque ignoramos para qué fuimos llamados.
A. MIRA QUE CUMPLAS. 2 Timoteo 4:5
Debemos entender la seriedad del ministerio, porque es cosa de Dios, porque es la obra de Dios.
Y la obra de Dios no se descuida, no se toma a la ligera, se cuida en testimonio, porque nuestro enemigo más grande, es nuestra propia persona.
Tenemos que entender que esta encomienda la hemos recibido de parte del Señor, y quien entiende la magnitud de este compromiso; va servir siempre con la mejor disposición, y sin horario de tiempo ni lugar.
Recordemos que fiel es Dios por el cual fuisteis llamados a la comunión. (1 Corintios 1:9). Nosotros hemos sido llamados a tener comunión con él por medio de nuestro Señor Jesucristo, y esa comunión ya estaba rota, pero Cristo la hizo posible en la cruz.
¿No es esto motivo suficiente para estar agradecidos con nuestro Salvador y rendir nuestra vida a su servicio?, ¿Cuánto tiempo podemos servirle en realidad? ¿No es nuestra vida relativamente corta? Sea cual sea el tiempo que el Señor nos preste de vida, nunca será suficiente para terminar de agradecerle el haber sido rescatados de ese lugar de condenación eterna al que íbamos sin remedio de no haber sido por el grande amor con que Cristo nos amó.
Por ello Dios nos ha llamado para ser un pueblo diferente, un pueblo que muestre que Cristo vive en nosotros.
El camino y ministerio del Señor no es fácil y presenta muchos tropiezos, muchas persecuciones, tribulaciones, pero en las manos de Dios, es un camino que al final tiene muchas bendiciones porque el proceso de moldearnos es doloroso, pero al final Dios nos convierte en preciosas joyas. (Job 23:10; Juan 16:33).
Consideremos: ¿No vale La pena correr todos los riesgos? Si al final de toda nuestra carrera Dios nos dará la mejor recompensa, la vida eterna en el cielo y los grandes galardones que tiene para nosotros por nuestro trabajo.
¿Qué tipo de siervo o de sierva quiere ser usted?, aquel al que Dios le diga: “Bien buen siervo y fiel” o “siervo malo y negligente?...
La postura de nuestro Señor Jesucristo es el mejor ejemplo para nosotros, pues él mismo siendo Dios, siempre se sometió a la voluntad de su Padre, y cumplió su ministerio hablando a la gente de la salvación de Dios para la humanidad.
Y si a él siendo Dios no le creyeron, no esperemos que a nosotros todo el mundo nos crea, también seremos maltratados y despreciados por causa de Cristo, pero eso solo debe ser motivo de gozo porque bien vale la pena, el padecer por causa de Cristo. Porque si él siendo Rey, vino para servir a la humanidad y dar su vida en rescate por muchos. (Mateo 8:28).
B. COMO DEBE SER NUESTRO SERVICIO:
Siguiendo con exactitud el ejemplo de Cristo; Mateo 4:10. Nuestro lema debe ser adorar y servir solo a Dios.
El cristiano es servidor de la mejor empresa del mundo, trabajamos para nuestro Amo que es el Señor Jesucristo, pero también es cierto que debemos cumplir con los requisitos que Dios establece en su Palabra, para ingresar a las filas de sus trabajadores.
1.- DEBEMOS TOMAR UNA ACTITUD DE SIERVO:
Romanos 1:1
Un buen siervo, siempre está pensando en la mejor manera de hacer la obra de Dios.
2.- DEBEMOS SERVIRLE DE TODO CORAZON:
Deuteronomio 10:12; Efesios 6:7
Sirviendo de buena voluntad. Nuestra actitud debe ser siempre el dar, sin esperar nada a cambio.
3.- SERVIR CON ALEGRIA:
Salmos 100:2
Mostrando buen ánimo, con alegría en nuestros rostros y en nuestros corazones, con un carácter amable, sumiso y en actitud de obediencia.
4.- SERVIR CON HUMILDAD:
Hechos 20:19
Dios no se agrada de cristianos arrogantes, él siempre está dispuesto a bendecir a quien le sirve con humildad, siempre bajo el régimen y control del Espíritu Santo.
Para que nuestro servicio a Dios sea efectivo, útil y de bendición tiene que ser guiado y controlado totalmente por el Santo Espíritu de Dios.
5.- DEBEMOS SERVIR A DIOS BAJO SUS PRESCEPTOS Y NO BAJO LOS NUESTROS:
Mateo 10:16
Recordemos que Dios, nuestro jefe, no contrata a nadie que quiere hacer las cosas a su parecer.
Juan 12:26 dice: “Si alguno me sirve, sígame, y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.”
Así que si Dios te ha llamado, ha sido con un propósito, y éste es que le sirvas, que vayas y prediques el evangelio, que vayas y lleves las buenas nuevas de salvación, porque no queda mucho tiempo, Cristo viene pronto, o quizás pronto vayamos ante su presencia y la pregunta es: ¿Iremos al cielo con nuestras manos vacías? ¿Qué tanto trabajo hemos hecho, y cómo lo hemos hecho para Dios?
Nuestro buen Dios les bendiga y cumpla su palabra en nosotros.
“Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”
(1 Pedro 3:15).
Para muchos creyentes 1 Pedro 3:15 es un versículo familiar. Cuando nos encontramos con un versículo familiar, nuestra actitud debería ser, “Señor, necesito entender mejor este versículo. No lo entiendo como debería. Enséñame nuevamente el significado de este versículo.”
Hacer lo correcto sin importar el precio
El contexto de 1 Pedro 3:15 se refiere al sufrimiento que resulta de hacer lo correcto: “¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? Más también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis” (1 Pedro 3:13-14). Pedro está diciendo que el creyente debe hacer lo correcto, sin importar las consecuencias y sin importar los sufrimientos que esto le pueda acarrear. Hacer lo correcto puede ser costoso, pero el creyente será bendecido ampliamente por Dios: “bienaventurados sois.” No debemos temer a los inconversos, ni a lo que nos puedan hacer. Sea Dios nuestro temor: “A Jehová de los ejércitos, a ÉL santificad; sea ÉL vuestro temor, y ÉL sea vuestro miedo” (Isaías 8:13). Con el temor de Dios ante nuestros ojos, sólo temamos no hacer lo correcto. Temamos hacer cualquier cosa que no agrade a Cristo. Que solo pensar en hacer lo malo nos aterrorice.
Cuando hacemos lo recto en un mundo malo y cuando aún sufrimos por ello, los inconversos tomarán nota. Observarán cómo reacciona el pueblo de Dios bajo presión y persecución. Algunos incluso harán preguntas y debemos ser “intrépidos como un león” y estar preparados para responder de manera tal que les señalemos la única solución, el único Salvador.
Honra a Dios en tu corazón
“Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones” (1 Pedro 3:15). Esta expresión se basa en Isaías 8:13 que ya hemos citado. “SANTIFICAD” es un mandato, el único mandato del versículo 15 (estado preparados puede parecer un mandato, pero no es exactamente un mandato). Al creyente se le dice que honre al Señor en su corazón. Esta es la frase clave en este versículo.
Dios nos ha santificado (1 Corintios 1:2; 6:11; etc.); y nosotros a su vez hemos de santificar a Dios. Dios nos ha apartado y nosotros, a su vez, hemos de apartar a Dios. Dios nos ha santificado, nos ha apartado para ÉL de una manera especial, nos ha llamado a ser Sus SANTOS (apartados). ¿Qué significa para nosotros santificar a Dios?
“Santificado sea Tu Nombre.” Señor, que Tu Nombre sea honrado. Que Tu gloriosa Persona sea adorada y reverenciada. Santificar a Dios significa que lo tratamos como santo. Lo reverenciamos y respetamos por lo que ÉL es: el SANTO. Lo reconocemos como Señor. Honra a Jesucristo como Señor en tu corazón. Recuerda que tu corazón es el templo del Santo. Recuerda Quién es el que reside en tu corazón y Quién es el preside tu vida. Asegúrate de que tu objetivo sea el Santo, el Supremo, el Soberano. Asegúrate de fijar tus ojos en ÉL. Moisés soportó la ira del rey de Egipto porque “se sostuvo como viendo al Invisible.” El santificó al Señor Dios en su corazón.
Asegúrate de santificar al Señor, dando a Dios un lugar especial en tu corazón. Si has de comunicarte correctamente con los hombres, primero tienes que tener comunión con Dios. Si has de conectarte con otra persona, tienes que tener una conexión correcta con Dios. Antes de hablar a los hombres sobre Dios, tienes que hablar a Dios sobre los hombres.
No puedes dar un buen testimonio sin Dios. “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Salmo 127:1). Si Dios no está en ello, es en vano. Es posible dejar fuera a Dios aún cuando estamos hablando a otros de Dios. Podemos tener las palabras apropiadas. Podemos citar los pasajes apropiados de las Escrituras. Dios puede incluso bendecir Su Palabra a pesar de nosotros. La persona inconversa a la que estamos hablando incluso puede llegar a ser salva, pero Dios no estaba en el testimonio, como debería haber estado. “…sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58). Tu trabajo es en vano sin el Señor. Por cuanto sabes que tu testimonio es en vano si Dios no está en ello.
Santifica al Señor Jesús. Hónralo en tu corazón. Venéralo como Santo. Enfoca tu mirada sobre ÉL. Cuando hablas a otros, asegúrate de que dependes de ÉL. “Que Su hermosura descanse sobre mi cuando trato de ganar a los perdidos y que ellos olviden el canal y le vean sólo a ÉL” (K. Wilkinson).
La mejor ofensiva es una buena defensa
“…y estad siempre preparados para presentar defensa” (1 Pedro 3:15).
La palabra “defensa” es la palabra griega “APOLOGÍA”. Presentar defensa significa dar una defensa verbal, es decir, hablar en defensa. Como creyente en Cristo debes defender la esperanza que tienes en ÉL, justificar tu legítima confianza que está basada en la Persona y en la obra del Señor Jesucristo.
Algunos de los primeros padres de la iglesia son conocidos como Apologistas (de la misma palabra griega). Estos hombres defendieron la fe cristiana contra las acusaciones de sus enemigos. Ellos escribieron cartas o libros en defensa de la fe. Uno de los apologistas más conocidos es Justino Mártir.
El creyente debe defenderse en vista de las acusaciones falsas que se levantan contra él. Es interesante que en la antigua Atenas cada ciudadano tenía defenderse personalmente si era acusado o llevado a juicio. En esos tiempos no había abogados en la antigua Grecia. Una persona no podía contratar a un abogado para que lo defendiera. Tenía que hacerlo por sí mismo. El creyente es responsable de hacer una defensa personal. Nadie puede hacerlo por él.
En 1 Pedro 3:16 (el contexto inmediato) los creyentes eran acusados falsamente por los inconversos: “…sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.” Los creyentes han de estar siempre preparados para dar defensa en vista de falsas acusaciones.
Consideremos algunas ilustraciones de esto:
1. Pedro y los demás discípulos fueron falsamente acusados el día de Pentecostés: “Estos hombres están llenos de mosto” (Hechos 2:13). Pedro levantó su voz y presentó una hábil defensa: “Estos no están ebrios, como vosotros suponéis” (Hechos 2:15). Su defensa incluyó una maravillosa presentación del evangelio.
2. Esteban fue falsamente acusado por una multitud judía enfurecida y encontramos su magistral defensa en Hechos 7.
3. Pablo fue llevado ante los gobernantes en varias oportunidades habiendo sido acusado falsamente y él estaba preparado para presentar defensa. En Hechos 22 encontramos un ejemplo (ver el verso 1 - “oíd ahora mi defensa”).
4. Los primeros cristianos fueron acusados de ser “ateos”. En los hogares romanos paganos se encontraban muchos ídolos y estatuas, pero en los hogares de los creyentes no se veían “dioses” visibles, de modo que eran acusados de no creer en los dioses. Ellos se defendían de esta acusación declarando que se fe era en el único Dios verdadero e invisible.
5. Martín Lutero fue acusado por la Iglesia Católica de ser hereje y de enseñar falsas doctrinas. El presentó su memorable defensa: “Aquí estoy. Dios me ayude. No puedo hacer otra cosa.”
Una vida que provoca preguntas
“…y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).
Los miembros de los cultos están a menudo bien entrenados y bien indoctrinados en sus falsas doctrinas. Ellos están siempre preparados para dar defensa a todo hombre que les demanda razón de la falsa esperanza que está en ellos. A veces dejan en vergüenza a los creyentes por su habilidad en manejar (maltratar) las Escrituras, citar la Biblia y discutir temas bíblicos. Sin embargo, sabemos que están descansando sobre un fundamente que no es firme ni seguro.
Estad siempre preparados y dispuestos a presentar defensa a todo el que pregunte. Ellos preguntarán.
Tu vida provoca preguntas; tus labios dan las respuestas. Colosenses 4:6 enseña lo mismo, “…para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (implicando que los inconversos harán preguntas).
Alguien podrá decir, “Seré un testigo silencioso del Señor. Dejaré que mi vida sea un testimonio. No predicaré el evangelio; viviré el evangelio.” Vivir el evangelio es esencial, pero no es suficiente.
Una parte de la vida incluye el hablar. Dios no quiere que solo tu vida esté dedicada a ÉL, sino ÉL quiere que también tus labios estén dedicados a ÉL. No puedes divorciar tus labios de tu vida. Recordemos “MUESTRA” y “HABLA”. Ambos son necesarios. Debemos mostrar con nuestra vida y hablar con nuestros labios.
Estemos siempre preparados para las preguntas que nos harán si estamos viviendo piadosamente en Cristo Jesús. Algunos ejemplos posibles: “¿Por qué inclinas tu cabeza para orar?” “¿Por que vas a la iglesia tres veces a la semana y recorres esa larga distancia para adorar?” “¿Por qué nunca dices palabras groseras?” “¿Por qué no te ríes de algunos de nuestros chistes?” “¿Para qué lees la Biblia? ¿No está la Biblia llena de errores y contradicciones y discrepancias?” ¿Estás preparado siempre para dar respuesta a esas preguntas? ¿Está tu vida provocando estas preguntas?
La Biblia dice que somos un pueblo peculiar. Cuando la gente pregunta, “¿Por qué son ustedes tan especiales?” Nosotros deberíamos estar preparados para responder. En realidad, cuando la Biblia dice que somos un “pueblo peculiar” significa que somos un pueblo especial de Su propiedad (Tito 2:14). Pertenecemos a Dios de una manera especial. Pero cuando el pueblo de Dios camina ante los inconversos, los que hacemos y decimos a menudo les parece “peculiar”. Nuestras vidas han de ser decididamente diferentes (Romanos 12:2). Se harán preguntas. Nuestra vida debe provocar preguntas; nuestros labios han de dar respuestas.
Estemos siempre preparados para exponer clara y convincentemente nuestro caso. Estemos siempre preparados para presentar defensa. Contemos con que las preguntas vendrán y estemos preparados para cuando vengan. No te sorprendas cuando se hagan esas preguntas. Debes estar preparado para ellas.
¿Dónde está tu esperanza?
Debemos estar siempre preparados para presentar defensa a todo el que nos demande razón de la ESPERANZA que está en nosotros. Los creyentes tienen una esperanza que está en el interior: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27). Jesucristo es nuestra esperanza (1 Timoteo 1:1). Tenemos una esperaza que está centrada en la Persona de Cristo que mora en nosotros. Los inconversos están sin Cristo, sin Dios y sin esperanza (Efesios 2:12). No somos como los demás, que no tienen esperanza (1 Tesalonicenses 4:13). Los inconversos están en tinieblas (Efesios 5:8), sin luz al final del túnel. Cuando presentemos nuestra defensa, señalemos hacia la luz. Presentemos claramente la única Solución, la única Satisfacción, el único Salvador.
Cuida tu actitud
Cuando contestas las preguntas, hazlo con la actitud correcta, “con mansedumbre y reverencia y temor.”
No debemos discutir, porque no estamos tratando de ganar una disputa; estamos tratando de ganar un alma. No seamos arrogantes, porque no tenemos nada de que enorgullecernos, excepto de nuestro Salvador. No deberíamos ser beligerantes, porque su hostilidad y odio es hacia el Salvador, no hacia nosotros. No deberíamos tener la actitud “soy más santo que tú”, porque en un tiempo estábamos en sus zapatos; antes éramos iguales a ellos, impíos e inconversos. No deberíamos mirar en menos a los demás, sino que deberíamos buscar con amor ser para ellos un peldaño y no una piedra de tropiezo. Nuestro Señor era “manso y humilde de corazón.” Vistámonos del Señor Jesucristo.
Finalmente, deberíamos presentar defensa “con temor”. Procedamos con el temor de Aquel a quien hemos santificado en nuestros corazones. “Sea ÉL vuestro temor y sea ÉL vuestro miedo.” El temor del hombre es una trampa. Nos debilita e incapacita. La razón por la cual no hablamos a los hombres como debiéramos y tan a menudo como debiéramos es el temor al hombre. “¿Qué pensará de mi si digo eso?” “¿Se ofenderá o molestará?” “¿Pensará que soy un tonto porque creo eso?” Estas preguntas son irrelevantes para el que teme a Dios. Sólo desea la sonrisa del cielo y la aprobación del cielo, el beneplácito en el rostro de Dios. No le preocupa lo que el hombre pueda decir y pensar o hacer. Sólo desea honrar y obedecer al Señor Jesús, a quien ha santificado en su corazón.
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Hebreos 10:25 dice: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”
La Biblia tiene un status, un patrón o un modelo a seguir, de tal manera que su organización y funcionamiento sea siempre en las condiciones más óptimas. Y no solo eso, sino que en verdad pueda haber bendición y edificación espiritual para los creyentes.
No debemos olvidar también que el extremismo, siempre afecta, por tanto, si en verdad queremos tener un culto espontáneo y vívido, un culto que en verdad agrade a Dios; debemos asegurarnos de:
I.- No traer en su persona, algún pecado o práctica pecaminosa, no confesada a Dios.
Cuando esto sucede en algún miembro de la iglesia, afecta grandemente al cuerpo de Cristo. Porque el pueblo de Dios somos un solo cuerpo y por más “pequeña que sea la falta”, afecta en gran manera a la iglesia.
Hay pecados en nuestra vida que a simple vista los hermanos no pueden detectarlos o verlos, porque se hacen en oculto, pero no debemos olvidar que a los ojos de Dios todas las cosas están desnudas.
Y Dios exige, que sea quién sea dentro de su iglesia, desde el más pequeño hasta el más grande, sea solo un miembro, o líder de la misma; cuando hay en su vida una practica de pecado debe ser confesada y desechada delante de Dios, porque sin duda alguna la iglesia va a ser afectada fuertemente, de manera espiritual. Porque el pecado trae consigo muerte espiritual.
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6:23; “Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.” Santiago 1:15.
Esa es la razón por la cual no hay ese culto lleno de avivamiento, con ese gozo que se quisiera tener porque hay pecado en nuestra vida y que nos impide proyectar a los demás, porque es imposible compartir o dar algo que no poseemos.
“Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.” Salmos 51:12. David había pecado, y por ello perdió la comunión con Dios, y no solo eso; también perdió el gozo de su salvación, porque así es el pecado, nos arrebata la comunión con nuestro Padre.
El pecado una vez que ha sido concebido da a luz la muerte, y el pueblo de Dios siempre debe estar en alerta para evitar por todos los medios de incurrir en graves faltas delante de Dios.
Y antes de entrar al templo, debe despojarse de todo pecado si en verdad su prioridad es ser bendecido y edificado.
II.- Debemos tener en mente y corazón, la razón por la cual nos congregamos cada día de culto.
En nosotros debe existir la certeza del porqué nos congregamos.
¿Por qué se congrega usted?
a) ¿Porque solo hay religiosidad en su vida?
b) ¿Por el qué dirán?
c) ¿Porque quizás hay un reporte dominical y debemos estar preparados por si nos cuestionan en ello?
La única razón que debe imperar en los hijos de Dios, en su mente y corazón; que la única razón es para honrar y glorificar a Dios por todo lo que él ha sido con nosotros, en todo tiempo y en todo aspecto. Por lo tanto, ese agradecimiento debe de salir de lo más profundo de nuestro corazón y por tal motivo y como consecuencia, habrá el deseo de querer vivir en completa santidad delante de Dios.
Nuestra mirada debe estar puesta solo en Cristo, porque cuando desviamos nuestra vista hacia las personas nuestra vida irá cada vez más en decadencia.
“Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí.” Marcos 7:6.
Cuando venimos a congregarnos, nuestra mentalidad debe ser que venimos a ofrecer a Dios lo mejor de nosotros. Con alabanzas, con nuestras primicias y ofrendas. Con nuestros diezmos y con nuestras ofrendas de amor, con nuestras alabanzas.
Porque dice la Biblia, que ninguno se presentara ante Dios con las manos vacías. Y aquel que verdaderamente le ama, lo va a demostrar con sus hechos.
Bueno es alabar a Jehová y cantar Salmos a nuestro Dios en todo momento de nuestra vida. “Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.” Salmos 92:1.
Debemos tener en mente también, que venimos a tener compañerismo con nuestros hermanos, y ese compañerismo se verá manifiesto en que unánimes se honrara y glorificara a Dios con la alabanza y conviviendo en armonía como dice la Biblia. “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” Salmo 133:1
III.- Debemos asegurarnos que la Santa Trinidad está con nosotros.
Si esto no sucede en cada cristiano, entonces todo lo que se haga será en vano, será hueco y sin sentido.
Asegurémonos que ella no está excluida por nuestro tecnicismo. (No debemos ser nosotros los que queramos tener el control de todo).
Dejemos que el Espíritu Santo haga la obra en nosotros, ser de un corazón humilde y sencillo delante del Señor.
No debemos dejar de lado a la Santa Trinidad por nuestro humanismo.
¿Oramos al levantarnos?
¿Pedimos la voluntad de Dios y la bendición para nuestra vida cada vez que vamos a encaminarnos a la casa de Dios?
Tampoco debemos excluirlos por nuestro liberalismo. No ser hipócritas, mostrando aparente santidad mientras estamos en el templo y fuera de él o en casa actuamos con todo libertinaje.
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:20.
No debemos actuar como una iglesia que desecha o le resta importancia al congregarse, de proyectar un buen testimonio, de mostrar al mundo su santidad y consagración.
Asegurémonos, que la Santa Trinidad, no se queda afuera, ni de nuestra vida, ni de nuestro Templo.
Dios les bendiga…